A dos días de terminar la semana, y desde la terminal del cabo, esa mañana saldría a recorrer el último tramo de costa uruguaya. Llegué con tiempo a la terminal como para efectuar un cambio de planes en el recorrido, gracias que a los nubarrones indicaban que no tenían ganas de abandonar el cielo durante todo el día. Iría desde el Cabo a Chuy, y desde ahí, volvería a Punta del Diablo.
Mi visita a Chuy era meramente simbólica, ya que quería cruzar dos fronteras en el mismo viaje, y tal vez aprovechar alguna oportunidad en la zona franca, pero la experiencia no pasó de mi primer objetivo. La zona de franca, es una doble avenida colmada de freeshops, en donde reinan las segundas marcas a precios de primeras líneas. No encontraremos aquí nada destacable ni a precio conveniente, pero claro, me daría cuenta de esto luego de haberla paseado por completo.
Por suerte el día estuvo completamente encapotado, si hubiera desperdiciado en este paseo uno de los escasos días de sol de ese febrero infinitamente lluvioso, sí que lo hubiera lamentado.
En fin, objetivo de pisar un bordecito brasilero, cumplido.
Los servicios desde acá hasta Punta del Diablo son regulares. No pasó mucho tiempo hasta llegar a la terminal.
Y acá la primera gran diferencia por sobre el resto de los destinos visitados: La terminal está bastante lejos del centro y la costa. Podría haberme acercado caminando, pero al haber estado paseando todo el día con la mochila a cuestas, y con la necesidad de llegar darme un baño y cambiarme de ropa, opté por tomar una de las combis que hacen frecuentemente este trayecto.
Las combis tienen buena frecuencia, su valor es económico, y el circuito te acerca a cualquier punto del pueblo al que vayas.
Una vez en el hostel, pude reacondicionarme, cargar baterías, y, tras organizar mis comunicaciones tras una catarata de notificaciones al haber estado dos días desconectado, pude, (al fin!), avisar a mis amigos de Montevideo que había decidido volver un día antes para disfrutar con ellos de las llamadas de tambores en Isla de Flores.
Finalmente y a pesar de la mala perspectiva de los primeros días, todo se estaba dando muy bien!
Esa noche descansé como nunca.
A la mañana siguiente y luego de un suculento desayuno, partí del hostel, nuevamente mochila al hombro, a caminar Punta del Diablo…
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La semana que viene, te cuento mis observaciones de Punta del Diablo, mientras recorremos su costa. Hasta entonces!
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