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jueves, 10 de marzo de 2011

Daniel “Pipi” Piazzolla: “A mi abuelo le hicieron la vida imposible”

El 11 de marzo Astor Piazzolla cumpliría 90 años. Su nieto, a quien se lo reconoce como uno de los mejores bateristas del país, recuerda sus primeros pasos en la música de la mano del gran maestro. Su formación en Los Ángeles y la presión del apellido.

Cuando, con tan sólo 19 años, Daniel "Pipi" Piazzolla aterrizó en el Musicians Institute de Los Ángeles, cargaba una presión enorme en sus espaldas. Su padre, el pianista Daniel Piazzolla, hijo del mítico Astor, había hipotecado su propia casa para pagarle los estudios en la prestigiosa academia. A Daniel no le había sido fácil aceptar la decisión de su hijo de instalarse un año en el exterior. Recién entendió que venía en serio cuando él rechazó la oferta de un auto con "la mejor batería del país" dentro, para que se quedara.

"Pipi" no se había dejado tentar. Su abuelo Astor le había dicho claramente que si él quería ser músico tenía que estudiar, se tenía que preparar con los mejores y estar a la altura de cualquier circunstancia. Hasta los 19 años -estudiando ocho horas por día y tomando clases tres veces por semana- él creía estarlo, pero justo a esa edad su ego recibió el primer gran golpe. "Mi primer profesor de batería, mi maestro, Oso Picardi, me pidió que lo reemplace en una de sus bandas. Fui al ensayo orgulloso, pero no pude ni arrancar; me pusieron una partitura delante y no entendí nada. Yo leía ritmos pero no leía música, no tenía idea qué era eso. Todos los músicos de la banda podían interpretar menos yo. Me fui casi llorando y hasta pensé en dejar la música, entonces tomé la decisión", recuerda.

"Pipi" decidió que tenía que estudiar en la meca de los sesionistas a fines de los ‘80, Los Ángeles. Él quería formarse en un contexto donde la gente no conociera su linaje musical y no esperara tanto de él. "Era chico, pero me hice muy consciente de que era mi gran oportunidad de formarme con los mejores y estar a la altura de mi apellido. El tema del apellido era importante, yo sabía que todos me iban a mirar y necesitaba estar listo. Yo quería pasar desapercibido hasta que realmente sintiera que era merecedor de semejante atención, hasta que realmente me llegara la hora", explica hoy, a los 39 años. Pero la hora llegó bastante antes de lo que se imaginaba. El primer día de clases, enfrente de todos, a un profesor le llamó la atención su apellido y le preguntó a "Pipi" si tenía algo que ver con ese genial músico argentino que burló las tradiciones más inobjetables de la música nacional. Con orgullo, él dijo que sí, que era el nieto. El profesor entonces pidió a los alumnos presentes que se levantaran y le rindieran una gran reverencia con las manos y hasta de rodillas, por compartir la sangre con uno de los máximos exponentes de la música del siglo XX. Supo entonces que no podría escapar a su destino y que debería crecer, foguearse y aprender bajo la mirada atenta de cada alumno y cada profesor que esperaba en su sentido del ritmo y en sus golpes algo, aunque sea un poco, de la genialidad de Astor.

Tocar, solo tocar. "Bajé 12 kilos durante el año que estuve en Los Ángeles, estaba todo el tiempo nervioso, pero además, estaba todo el tiempo tocando. Tocaba diecisiete horas por día, me maté para llegar a la lista de los mejores. Cuando entré a esa clase a la que iban los más destacados yo era el más flojo, pero estudié tanto que logré equipararme y llegar a ser la segunda mejor nota ahí adentro. No vivía por ese entonces, sólo tocaba", recuerda.

No había sólo presión, claro, había pasión, una pasión que no había comenzado ni en su casa, ni en las salas de ensayo, ni mirando a su padre y a su abuelo tocar juntos, sino en la cancha, cuando iba a ver jugar a su equipo, River Plate. "Yo quería ser el que tocaba el bombo. Me daba tanta emoción escuchar ese bombo, los gritos, las hinchadas, que con mis amigos los reproducía en el colegio, con los papelitos y todo", recuerda. Y no fue que se dio cuenta de que quería ser baterista sino hasta los 15 años, momento en que también en un estadio, vio el "terrible solo" que hizo el baterista de Rod Stewart.

"Ahí entendí que lo que yo sentía podía transformarse en algo más complejo, en una carrera", explica. Esa misma semana empezó a estudiar batería con el pequeño impedimento de no tener ninguna. "No tuve batería durante el primer año. Ensayaba pegándole a guías de teléfono y otros dispositivos que me armaba. Durante un año vendí lo que pude. Por ese entonces jugaba al rugby y decidí vender los botines, la pelota…, tenía que llegar a tener 250 dólares para comprarme la batería más trucha". En ese momento Astor decidió bendecir su decisión. "Un día mi abuelo, que siempre hacía una reunión familiar antes de fin de año me llamó aparte y me dio un sobre diciéndome, ‘tomá, comprate la batería’. En el sobre había un fajo enorme. Yo estaba tratando de llegar a los 250 dólares y ahí tenía 1.400. Ahora podía comprarme la batería de la vidriera, ésa que uno siempre mira y que sabe que no se puede comprar. Bueno, yo tenía la guita pero me la dio un sábado a la tarde y los negocios recién abrían el lunes por la mañana. Esos dos días fueron una tortura", dice entre risas.

Adiós nonino. Hoy, "Pipi" está sponsoreado y no tiene que pagar por las baterías que toca, pero su mayor orgullo proviene de haberse ganado ese apoyo a fuerza de estudio. "Cuando volví de Los Ángeles empecé a tocar con gente reconocida y me uní a orquestas prestigiosas. A medida que iba mostrando lo que aprendía, más respuesta tenía y más me convocaban. También empecé a dar clases", resume.

Hoy, a días de viajar a Hong Kong para unirse a la banda de la alemana Ute Lemper, después de haber tocado en el Madison Square Garden con Paquito D’Rivera y de compartir escenario con Chick Corea, él sabe que está a la altura de los desafíos que le presenta la portación de apellido. Y es por eso que junto a la banda que lidera, Escalandrum, se anima a homenajear a su abuelo en un nuevo disco que saldrá en conmemoración de su figura. El disco adaptará el repertorio de Astor, que este 11 de marzo cumpliría 90 años, al propio estilo de Escalandrum, que puede definirse como jazz contemporáneo, ecléctico y hasta deforme.

"Mi abuelo era un tipo muy cabrón, le gustaba pelear, tenía un carácter fortísimo. Si alguien llegaba a mirarlo fijo por la calle, era capaz de agarrarse a piñas, pero ahora entiendo que fue ese intenso temperamento el que le permitió persistir con su música. A él no lo querían, le hicieron la vida imposible y es realmente un mérito haber resistido condiciones tan adversas. Recién comenzó a conocer el éxito a los 60 años, luego de una vida luchando por hacer música. Sin dudas saber eso me inspira y aunque él nunca llegó a escucharme tocar en serio, me gusta pensar que esté donde esté, se siente orgulloso de mí".
Fotos: TADEO JONES

Fuente: http://www.elargentino.com/nota-129218-A-mi-abuelo-le-hicieron-la-vida-imposible.html

Escuchá la buena música de éste excelente baterista Argentino, en mis entradas anteriores:

http://nouslandia.blogspot.com/2011/01/daniel-piazzolla-siempre-tuve-que.html

http://nouslandia.blogspot.com/2010/12/daniel-pipi-piazzolla-actua-junto-la.html

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