Vivimos en una era digital y la obsolescencia de las cosas sucede a cada minuto. La cámara que acabas de comprar en un par de meses ya será vieja y en aproximadamente un año cuando salga el modelo siguiente ya nadie la considerará para la compra. Esto no solo sucede con el mundo de la fotografía, sino también con los dispositivos electrónicos en general. Toma el iPhone por ejemplo. Una vez que sale al mercado todo el mundo esta maravillado. Al momento de que te acostumbras a su uso y le sacas el jugo suficiente ya se rumorea que esta en desarrollo la siguiente versión y en menos de lo que te esperas ya esta disponible a la venta.
Así como la tecnología avanza, los formatos necesitan acompañar ese avance. Hasta hace un tiempo la mayor calidad de vídeo alcanzable por el mercado hogareño eran unos suficientes 480p y de hecho YouTube se baso en este formato desde su concepción hasta hace un tiempo ya. Su soporte era el VHS y en su momento, la versión digital, ambos limitados por la cantidad de información que podían manejar (tanto en su descompresión en el caso de la versión digital y en su almacenamiento en el caso analógico). Una vez que todos nos aburrimos del estándar SD, saltamos al HD en sus dos sabores 720p y 1080p. Estos saltos de formatos vinieron a rellenar el espacio que necesitaban las nuevas cámaras, de sensores mas grandes y flujo de datos mas importantes.
La fotografía no se queda atrás y si bien el estándar JPG es bastante flexible nada impide que eventualmente lleguemos a su limite o que un formato nuevo lo desbanque y migremos de manera masiva a el. Ni hablar de los formatos RAW propietarios. Entonces la pregunta que surge es si realmente podremos seguir viendo nuestras fotos y mostrar las imágenes de nuestra adolescencia a nuestros nietos.
Debido a nuestra era digital, carecemos de la versión física de nuestra foto. Tomar una foto en el pasado te devolvía un papel que dependiendo de como lo cuides ibas a poder conservarlo durante mucho, mucho tiempo. Hoy en día la mayoría (y me atrevo a decir que el 100%) de nuestro archivo es totalmente digital y las copias de papel son escasas. ¿Que posibilidades tendremos en un futuro de ver ese JPG que tomamos en el ‘94 o volver a procesar ese hermoso archivo RAW que tomamos una vez?
Mi predicción es que será mas que alta. En pleno año 2011 tengo la capacidad de leer archivos .pcx. En la época de MS-DOS, principio de la década del ‘90, el formato de intercambio por excelencia era ese archivo .pcx. Pesaba poco, se transportaba fácil y ni siquiera recuerdo si soportaba colores o no, pero cumplia su trabajo: almacenaba imágenes y dibujos sin problemas. 20 años después puedo abrir el GIMP o el ACDSee y están disponibles no solo para elegir como formato de lectura, ¡sino que también puedo convertir JPGs a PCXs!
Los formatos RAW son algo mas complejos y tal vez tengan ciertas complicaciones. Recordemos que las empresas productoras de cámaras son algo celosas de sus formatos y suelen encriptar estos archivos de información bruta. Pero hay algo que me tranquiliza. Hoy en día puedo abrir cualquier archivo RAW de mi colección de cámaras en Lightroom. Si de aquí en 20 años se deja de ofrecer soporte para alguna de esas cámaras en ese programa de edición, solo tendré que bajar la versión que utilizo actualmente (que seguramente estará disponible) y voilà, soporte vintage. Si acaso el paradigma de la computación varia tanto (hoy es algo difícil ejecutar algunas aplicaciones de 16 bits en Windows 7, por ejemplo) puedo emular instalaciones de Windows XP en maquinas virtuales y perpetuar el soporte de mis imágenes.
Así que creo que mientras tenga el archivo original y un backup en otro lugar, mis imágenes las podrán ver mis hijos, los hijos de mis hijos y así hasta el infinito y mas allá. Ahora, que les interese verlas, es una historia totalmente distinta…
Foto: Andres Rey – Fuente: http://altfoto.com/2011/07/podre-ver-mis-propias-fotos-en-20-anos
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