Es un camino espiritual, una forma de salirse del mundo, dicen los músicos.
El trompetista Luis Gasca y el saxofonista Tommy Rodríguez iniciaron su colaboración musical en 1960. Foto: Octavio Hoyos
Algo que hermana al saxofonista veracruzano Tommy Rodríguez y al trompetista texano —de ascendencia mexicana— Luis Gasca es su charla sabrosa, una calidez contagiosa y la convicción de que la música es un aprendizaje eterno.
Hace tiempo tocaron juntos cuando Gasca vivía en México y el sábado se reunirán con el saxofonista estadunidense Richie Cole para tocar en D’Polak Forum. Estarán acompañados por el pianista Miguel Villicaña, el contrabajista Enrique Valadez y el baterista Gonzalo González, Chalillo.
Gasca vino a México en 1959, donde pronto se encontró con el pianista Mario Patrón, el baterista Tino Contreras y otros jazzistas. Un año después conoció al saxofonista porque ambos tocaban en la orquesta de Pablo Beltrán Ruiz.
Mucho tiempo tocaron en Acapulco . “Ambos estábamos con Tino Contreras y siempre tocábamos ‘El hombre del brazo de oro’, tema que era su hit”, refiere Rodríguez. “Con eso se llevaba dos güeras”, comenta el trompetista con una carcajada, a lo que el saxofonista agrega: “Él decía: ‘tal tema’, y nosotros, como soldaditos, lo tocábamos”.
¿De dónde proviene su estilo?
Luis Gasca. De los negros americanos. De muy joven vi a Miles Davis muchas veces en persona, lo mismo que a Dizzy Gillespie y Freddie Hubbard. Tuve suerte de tocar con las orquestas de Count Basie, Stan Kenton, Ray Charles, Maynard Ferguson y Lionel Hampton.
Tommy Rodríguez. Mi influencia viene, definitivamente, de los mejores músicos –en aquel entonces– de Estados Unidos. Mi estilo tiene el influjo de Lester Young y después de Stan Getz. Pero no sólo escuchábamos el instrumento que tocábamos, sino toda la gama. Sabíamos que alguien estaba en el primer lugar en los discos y lo seguíamos. Roberto Morales nos vendía todos los discos. Esa fue nuestra escuela.
¿Qué es el jazz para ustedes?
L.G. Es una religión, algo espiritual. En inglés dicen que es un llamado. Algo te llamó al jazz, no sabes qué fue, pero por X razón entraste allí. En la música clásica y en el jazz tienes que saber más de tres acordes: me gusta tocar tres acordes –lo hice con Santana en tres discos–, pero hay que saber otras cosas. Soy jubilado y vivo bien, pero todavía tengo ese amor por la música.
T.R. Para mí el jazz es un desahogo interior muy fuerte. Cuando toco una melodía siento que entrego todo mi cuerpo, todo mi cerebro. Es una gran pasión que siento en todo el cuerpo, empezando por los pies hasta llegar al cerebro, el corazón, el estómago... Cuando toco lo hago con una entrega total, olvidándome de todo; hago de cuenta que me salgo del mundo.
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