Phil Maturano es hijo de argentinos, nacido en Nueva York, y logró diseñar una gran carrera como baterista de jazz. Hoy, recorre el mundo con un sistema propio de enseñanza “Working the Inner Clock” ("Trabajando el reloj interno").
Phil es uno de los bateristas más importantes del mundo y durante su paso por Mendoza, Rock N´Board tuvo el privilegio de charlar a solas con uno de los 50 bateristas más importante de la historia del instrumento, y repasar toda su vida y trayectoria dentro de este inigualable instrumento, que a pesar de las nuevas tecnologías nunca deja de sumar adeptos.
-¿Como apareció la batería por primera vez en tu vida?
Mis padres eran músicos, entonces siempre había ensayos en mi casa. Y la batería no se por qué siempre me llamó la atención en todos los aspectos, como funcionaban los pedales, la madera, me atraía todo… y ahí empezó todo, cuando yo tenía dos años.
-¿Cuando empezaste a estudiar batería?
A los 10 años me vine a Mendoza a vivir, y ahí no toqué por 4 años. Cuando volví a New York empecé a tocar con discos, y tenia un maestro particular.
El problema que yo tenía, es que me gustaba el jazz… pero a las chicas de esa edad no les gustaba…. Me decían: ¿que es eso!? Así que me tuve que meter a una banda de Rock… (jajaja) para conseguir chicas.
-¿Qué estilos de rock?
Heavy al principio, pero después me metí en bandas de punk rock. A principio de los ochenta había una movida grande en California de punk.
Pero al final me cansé, yo siempre soñaba con el jazz, era mi meta. Pero el jazz lleva muchos años aprender.
-¿Del punk, que pudiste disfrutar?
Lo que mas pude disfrutar, fue de la escena, del estilo de vida, de la liberación que te daba tocar. Me divertía mucho con los chicos… pero una vez, estaba tocando en Arizona en un lugar como una especia de ring, con una jaula que nos separaba de la gente. Y la gente se colgaba, nos tiraban cerveza, nos escupían… ahí pensé: este tipo me está manchando la batería!!! Jajaja, ahí deje el punk para siempre jajaja.
-¿Cuándo empezaste a tomar al instrumento como una carrera?
Hasta que vi un pibe que tocaba increíble, y me recomendó la universidad en donde el estudiaba… y yo dije! No no, yo tengo que ir ahí, y de ahí cambio todo para mi. Ahí empecé a estudiar en serio y mucho. Ahí termino bastante para mi la era del rock.
Empecé a orientarme a lo que yo quería, el jazz. Es como una meta para el baterista, el jazz es lo mas lindo, lo mas expresivo, es un desafió muy grande, lleva mucho años poder tocar jazz.
¿Cuando empezaste con las clínicas?
Empecé a hacer clínicas en Europa a los 27 años, y tardé unos 10 años en hacerme conocer, y ahí explotó todo. Me empezaron a llamar de todos lados.
Pero luego me cansé de pelear con las compañías para que me apoyaran, entonces me di cuenta que yo no quería eso, yo quería hacer crecer a la música, y a hacer crecer a las personas con la música. La gente crece con la música, por ejemplo… George Bush… no sabe nada de música… y mirá lo que hizo… jajaj.
-¿Y como comienza este tipo de clínicas no convencionales?
Este tipo de clínicas, nace de un grupo de bateristas de New York y de la idea de no querer depender más de las marcas, y tomar todo en nuestras manos.
De seguir con la vieja tradición de transmitir todo de boca en boca.
-¿Que nivel tiene Mendoza en bateristas?
La verdad que no tengo tiempo, como para salir a escuchar música cada vez que vengo. Sólo conozco a algunos, a Gustavo Meli, Pablo Conalbi, Marcelo Paz, a todos esos que han venido siempre a las clínicas mías.
Aparentemente hay muchos bateristas en Mendoza… pero no se los ven mucho en este tipo de eventos. En el 2009 tuvimos un evento internacional de gran escala, y ¿donde estaban los cientos de pibes que tocan batería en Mendoza?
Entonces yo creo que acá hay un sector mínimo de bateristas, los demás lo hacen más por hobbie que por otra cosa.
A veces veo gente que pone antes del instrumento otras cosas como gastarse plata en salidas, o en ropa… en New York si hacés algo como eso, podés olvidarte de que te llamen músico.
Cuando te das cuenta del nivel que hay en el mundo… ahí entendes que no podes estar hueveando con la batería. Ahí te das cuenta que es algo serio, que necesita disciplina.
-¿Aconsejás complementar la batería con algún otro instrumento?
En realidad no, creo que la pasión te lleva a estudiar un solo instrumento… quizás yo sea medio extremista… jaja, pero bueno.. en New York… ves cada cosa… cada músico… que te lleva a pensar así. Pero quizás como complemento, si se puede despuntar el vicio con algún otro instrumento, yo toco un poco el piano, por ejemplo.
-¿Pudiste llegar a tu meta del jazz?
Eso creo, jajaja, pero bueno, luego me gustó seguir explorando la música de todo el mundo. El afro-cubano, la música griega, persa, india, etc. En estos ritmos se pone todo muy interesante, tenés mucho más para decir que el: tum pá, tum tum pá!
-¿Algo para cerrar?
Una vez estaba tocando en Rusia, se me acercó al escenario un hombre muy emocionado, y me dijo casi llorando: ojalá nunca hubiera dejado de tocar la batería, ahora vendo seguros, y tengo mucha plata… pero lo que yo quería es esto.
En el camino de ser un buen músico, uno aprende mucho, estudia con mucha gente al lado, con muchos maestros. En el camino de ser un buen músico uno termina siendo una buena persona.
Así, que si querés tocar… tocá hermano olvidáte de todo que la vida es corta.
Fotos: Lucas Elmelaj – Fuente: http://www.mdzol.com/mdz/rocknboard/318780-si-sos-buen-musico-sos-buena-persona/
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