Antes de que sigas leyendo: Las opiniones que voy a emitir son absolutamente personales, parciales, y expresan solo mi punto de vista. Ahora si, hechas las aclaraciones y terminado el último show, comienzo el relato de algunas de mis impresiones:
Buenos Aires, 09/03/12, 20:15 - Finalmente, unos ocho meses después de la tortuosa adquisición de las entradas, y luego de una lucha casi frenética contra el tránsito, (dos horas contra reloj para cruzar la capital), estacionábamos a unas 15 cuadras del estadio, para iniciar la corrida hacia el encuentro de un evento histórico.
A las 21:00 estábamos citados en el Estadio Monumental de Nuñez para ver a Roger Waters y su versión 2012 de “The Wall”, claro, en el marco del tour mundial “The Wall Live”.
Roger Waters no me emociona particularmente para bien, y esa misma mañana me decidí a dejarlo en claro:
Que mierda va a ser esta noche, escuchando emuladores de Gilmour en los solos. Espero que los otros factores me distraigan lo suficiente.
— Martin Martines (@elnous) marzo 9, 2012
Esta noche voy porque es histórico por muchos motivos, pero si lo hicieran sin Waters, estaría mucho mejor predispuesto.
— Martin Martines (@elnous) marzo 9, 2012
#TheWall = #RogerWaters diciendo "Pobrecito yo, cuanto sufrí".Eso no es Pink Floyd.
— Martin Martines (@elnous) marzo 9, 2012
Bueno, me voy a hacerle juicio a mis ex compañeros de banda y vengo. #SoyRogerWaters
— Martin Martines (@elnous) marzo 9, 2012
El que conozca un poco sobre la historia de la banda, me va a entender, pero de todas formas no es el objetivo del post, así que el que quiera saber más sobre la historia de Pink Floyd: www.google.com
El punto es el hecho histórico, más allá que lo que se venía era una banda de covers liderada por un nene de casi 70 años, narcisista demagógico y contradictorio, interpretando su única obra. La que no hizo en solitario sino con sus ex compañeros de banda. Sí, esa que además de en forma de disco y cuasi opera rock teatral, llevó al cine, y hasta al muro de Berlín unos 10 años después. Esa misma obra es la que veríamos en Argentina no en un estadio para 5.000 personas, sino en uno para 50.000 asistentes, y por nada menos que el record de 9 presentaciones. En definitiva, veríamos la versión actual (Y definitiva?), de un mito con 30 años de edad, y a una escala de 10x, presentado por su creador.
¿Aún no te parece histórico? Creo que no me equivoco si te digo que de esta forma, el rock se despide el género de las bandas clásicas de megashows. AC/DC y Kiss eran los únicos nominados a acercarse un poco a esta historia, (Con conocimiento de causa: Vi a las dos bandas en sus dos últimas giras, en la misma arena riverplatense). Señores, no quedan bandas en el rock, de megashow. Esto se terminó.
Conjugando estos dos factores, ya me alcanzaban para hacer una tregua con Rogelio, pero claro, un tercer factor no podía quedar afuera por si quedaba alguna duda: El show iba a ser escalado a la proporción de River (Recordemos que el original fué en lugares como el Earls Court, es decir, del tamaño de digamos, el Luna Park), y, condimentado con tecnología no antes vista (u oída), mucho menos por estas latitudes.
Estaba muy claro: No podía faltar.
Buenos Aires, 09/03/12, 21:15 – Da comienzo la coreografía técnica más impresionante que haya presenciado, y que voy a tratar de transmitir punto por punto.
Desde el vamos, entrar al estadio y encontrarse uno con la vista de la primer foto, es impactante. No una sino tres (!) torres paralelas para cubrir de proyecciones la inmensa pared. No voy a dar datos técnicos, los van a poder encontrar por ahí. Dicho sea de paso, nadie scaneó mi entrada ni me cacheó ni nada. Podría cualquiera haber entrado con cualquier intención tranquilamente. Flojísimo.
De principio a fin el show sorprende por la cantidad y calidad tanto del material clásico animado proyectado, como por las nuevas ilustraciones y material en video. Los muñecos inflables también fueron agiornados (Aunque la versión actual del profesor no fué de mi particular agrado, prefiriendo la original). Volviendo a las proyecciones, gracias a la cantidad de proyectores usados, la imágen tenía un contraste y definición perfectos. Nunca ví algo parecido, la luz por momentos parecía salir de la misma pared.
La sincronización entre las proyecciones y la banda era tan perfecta que el mismo Waters jugaba a ser partícipe de muchos de los videos pregrabados, representando mecánicamente los mismos ademanes en vivo, casi, en el mismo instante. Notable, aunque por momentos por las escasas tomas en vivo, daban la sensación de "playback".
El sonido fué en extremo nítido, con el agregado del factor envolvente sobre los efectos especiales: Helicópteros, aviones, trenes, voces, gritos, disparos, etc… Todo provenía de su lugar y se desplazaba en el espacio como si verdaderamente hubieran estado ahí. Asombroso.
La pared se va construyendo, como es de esperarse, progresivamente durante la primera mitad del show, para ser derribada al final. A este efecto, algunas canciones fueron modificadas para extender su duración, no solo para posibilitar una “labor de contrucción” mas lenta y progresiva, sino también, para aportar un clima mas profundo a la obra. Esto también es un acierto, ya que extiende la duración de la composición original (unos 80 minutos), a un show de casi 120, dando mas valor a la nada económica entrada. El show tuvo un breve intermedio entre las dos mitades que lo componen (Foto central). ¿La sorpresa? Waters tocando la trompeta. (Eh… ¿Es que no podía ser menos que Gilmour, que toca el saxo?)
Todas las interpretaciones fueron impecables, y tengo que reconocerlo: Emularon perfectamente el sonido y la interpretación de Gilmour incluso en sus partes fundamentales. Claro, aunque para esto se requirió de dos vocalistas y dos guitarristas. En líneas generales ni un pifie. Lo único que estuvo de más por momentos, fué el ego de Waters, no pudiéndose hacer a un lado ni durante los solos de guitarra que convocaban nuestra atención. Ahí estaba siempre él, haciendo gestos, arengando de un lado para otro con un reflector, (Que no hacía falta… Vamos! Un tipo moviéndose, completamente vestido de negro, delante de una estática pared blanca… Como para no verlo!, pero en fin, que otra cosa es The Wall que la extensión de su ego?).
Los puntos flojos: Esperaba mas uso de pirotecnia. Sólo se usó durante la apertura (In the flesh?). La iluminación del escenario no se destacó casi en ninguna manera. A mediados de los 90, Gilmour y compañía dejaron en claro en “Pulse” como se hacen las cosas en este campo, y amigos míos, no he visto hasta ahora nada que se le parezca. Por otra parte, si bien el sonido de los efectos especiales estuvo a muy buen volúmen, la banda al frente sonó baja. Sonó correctamente, sí, pero le faltó presencia. En líneas generales, salvo por pequeñas excepciones, no es un show que utilice gran cantidad de recursos (Mas allá de la pared, son 4 inflables que se turnan, el avión, poca pirotecnia, muy poquito humo, un par de reflectores que oportunamente llaman la atención… y el resto, prácticamente es un gran videoclip, que se destaca sin dudas, y se despega de todo lo visto hasta ahora en ese campo, pero no deja de ser eso). Ni un papelito al aire, ni un láser… Pero bueno, sin dudas cada poca cosa usada está aprovechada, si se me permite la imágen, a su 110%. Tampoco ví merchandising oficial, (Cosa que me dejó con las ganas de comprar un libro de la gira).
Verdaderamente un show inolvidable con el que se cierra una época dorada, y que creo no está de más decirlo, una época que me alegra inmensamente haber tenido la fortuna de haber vivido.
Para cerrar, les dejo 6 fragmentos que grabé del show, para ilustrar esta reseña:
Y para los que quieran revivirlo, el show completo:
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