lunes, 2 de julio de 2012

El baterista

En la Rolling Stone salió este artículo que me sacó un par de sonrisas :)

Cuenta la leyenda que así como Dios creó a las moscas para que los sapos tengan con qué alimentarse, también creó a los bateristas para que los fleteros tengan una misión en el mundo y no anden por ahí sin rumbo fijo, paseando sus camionetas vacías y tristes en las noches y, quizás, causando accidentes por el aburrimiento y la consiguiente distracción. Si lo pensás bien, la existencia de los bateristas termina salvando un montón de vidas. Los bateristas son héroes.
La percusión era la forma más elemental, natural y portátil de la música, hasta que llegaron los bateristas y la convirtieron en la más complicada, anormal e imposible de mover de un lado a otro. Así como alguna vez señalamos que el bajista toca porque quiere tocar y el guitarrista toca porque quiere estacionar el fitito rosa, el baterista se dedica a la música por su inconmensurable afán de romper las pelotas, tarea que -obviamente- incluye el mencionado sepso violento con groupies pechudas pero también abarca nobles tareas como la de vomitar por la nariz o pedorrearse en la cara del tecladista semidormido, para gran regocijo de la teleplatea. Todo esto lo puede llevar a cabo gracias a la enorme ventaja de tener libre todo el tiempo que los demás usan para hablar de notas, acordes y todas esas giladas chinas. Un gran ejemplo de cómo se desarrollan las tareas en el seno de una banda se ve en el siguiente diálogo:
CANTANTE: Ensayemos "Symposium Factilis" para aceitarla un poco.
GUITARRISTA: Ta. Probemos de hacerla en Sí Bemol para que suene más opresiva, me parece que le puede sumar.
BAJISTA: Dale, yo trato de armarle un puente armónico con las séptimas disminuidas, a ver qué sale.
BATERISTA: No sabo, le pego acá CHATAPLÁN TURUNTUN TISSHH ejeje.
Claro que toda esta extroversión y jocosidad quedará automáticamente vaporizada al hacerse presente un periodista con grabador y/o cámara. En esa situación, el mismo tipo capaz de correr un gallo hasta Chascomús en ojotas si el gag lo requiere se convertirá en una especie de cactus sin pinches que sólo se limitará a asentir el maremágnum de barrabasadas que dirán el guitarrista y el cantante. Una entrevista modelo sería como esta:
PERIODISTA: ¿En qué se inspiraron en este disco?
CANTANTE: Yo sentí, yo, y los demás me acompañaron, que la profunda intención de contrarrestar la permanencia del teflón aeronáutico que cubre la pubialgia del tenor melódico del rock nacional actual.
GUITARRISTA: Es que el grupo y yo estamos, o sea yo, en una posición en la que la escena nos sancocha hasta que el tubérculo de la destapación sinfónica termina embadurnando el contralto lumínico del alerce.
BAJISTA: Me gusta, estamos pasando un buen momento creativo, lo noto más sólido y redondo que el anterior.
BATERISTA: Sí.
En aspecto del levantamiento de féminas, el baterista es víctima de una llamativa dualidad. Por un lado tiene vetado el enhebre de fogón, dado que la batería, decíamos, es difícil de llevar en una fundita de acá para allá como si fuera un ukelele y está científicamente comprobado que no hay nada más incogible que un boludo con bongó. No obstante, por otro lado suele tenerla atada en el emperne post show, ya que la naturaleza de su instrumento le garantizará un despliegue físico notable sobre el escenario (si de arrroack se trata) o un bananismo sedoso superlativo (si hablamos de baladas, jazz u otros géneros más caretoides), ambos rasgos sumamente útiles a la hora de concretar el arresto vulvar.
Teniendo en cuenta todo esto, procederemos a contarte cómo lidiar con la plaga de los tachos, a efectos de que puedas alcanzar el fin ulterior perseguido a lo largo de todo este curso en forma de blog: ser el más rockstar de todos.
1) Aunque nadie en su sano juicio haya disfrutado jamás un solo de batería, no seas canuto y dejale meter uno por show. De esta manera él se sentirá más cerca de su sueño de ser músico y vos podrás escaparte un ratito a fumar un pucho, tomar un sorbo de algo fete o señalar minusas de la primera fila: es una win win situation. Aparte es lo más parecido a la pirotecnia que se puede ver ahora en un concierto de rock, y todos sabemos lo efectiva que era la pirotecnia a la hora de distraer al público de la fallutez técnica de los ejecutantes.
2) Es sumamente improbable, pero cabe la posibilidad de que un día caiga con una canción propia y diga "che, ¿no da hacerla?". Llegado el caso, evitarás la confrontación (un baterista deprimido toca atrás del ritmo y no te conviene), pero intentarás disipar el mal trago con maniobras distrayentes similares a tirarle un palo al perro y que te lo traiga de nuevo. "Mañana lo vemos" o "me dieron unas ganas fulminantes de tomar un vermouth" pueden funcionar.
3) Nunca sucumbirás a la tentación de cambiarlo por una máquina de ritmo. Sí, te será útil para evitar todos los escollos inherentes al señor de los palitos, pero la historia del rock nacional indica que quienes se han presentado ante las masas con uno de esos chirimbolos en el lugar en el que siempre va el baterista se han convertido inmediatamente en blanco fácil para los mandarinazos y los improperios dubitativos de la sexualidad. Bancatelo, que a la larga es menos malo.
Fuente: http://www.rollingstone.com.ar/weblogs/rockstar/1485114- - Autor: Diego Mancusi

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