Mientras que la mayoría de los fotógrafos pueden usar nada más que el 50 por ciento de su visión cuando miran a través del viewfinder, Fabri está usando su totalidad. Así, sus fotografías son como él ve literalmente el mundo, y esa es también su ventaja. Después de varias cirugías y sin un final cierto en el horizonte, a los 13 años Fabri pidió a los médicos que quitaran su ojo derecho. El joven nació con problemas que motivaron a diferentes procedimientos quirúrgicos, traumatizantes para cualquiera.
Otro fotógrafo, Beau Maher, cuenta la historia de Fabri a través del pequeño documental One Eye Open –traducción: un ojo abierto- donde su principal protagonista también relata las dificultades a las que se tuvo que oponer, qué significa la fotografía para él, y cómo se siente tener que luchar todos los días contra el prejuicio de extraños y colegas que, simplemente por ser diferente, no creen que debería dedicarse a la fotografía.
Actualmente, Fabri reside y trabaja en la ciudad de Perth, en Australia, donde se dedica a todo tipo de fotografía. Tiene una amplia muestra de su trabajo subida a internet, en una página de Tumblr llamada We Are All Different, donde detalla las características técnicas de cada una de las tomas que sube. Por ejemplo, su “arma” principal es una Canon 500D.
Uno de los fotógrafos ciegos más reconocidos es Evgen Bavcar, quien tiene un fantástico trabajo de composición sabiendo mirar donde los demás no pueden. “No ve porque es ciego pero mira porque es fotógrafo”, dice uno de los artículos sobre él. En el caso de Fabri no estamos en la misma situación, porque cuenta con la visión de su ojo, pero sí nos demuestra que la adversidad también nos puede servir de beneficio.
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