Según el músico Julio Paredes, la coordinación y el desarrollo de independencia de los miembros (ambas manos y pies) que golpean los tambores y platillos son clave para tocar la batería, cuyo origen data de la I Guerra Mundial.
Aquellos ‘hombres orquesta’, conocidos como bateristas
Robert Plant era la imagen de Led Zeppelin, el ‘frontman’ de voz con registros altos y frecuentes movimientos amanerados en el escenario. Jimmy Page era el virtuoso con su guitarra, mientras que John Paul Jones era el cerebro con perfil bajo y John Bonham era el alma misma de la banda británica desde su batería.
Y lo fue tanto, al punto que el grupo se disolvió cuando ‘Bonzo’, como era conocido, murió el 25 de septiembre de 1980 tras ingerir 40 vasos de vodka en menos de 12 horas. Nunca hallaron un sustituto. Como él, a través de la historia, muchos bateristas han influenciado en sus bandas. Sucedió algo semejante con el también fallecido Keith Moon en The Who. En el rock existen muchos otros referentes vivos como Carl Palmer, de Asia; Neil Peart, de Rush, o Mike Portnoy, de Dream Theather.
No obstante, este aspecto no es exclusividad de este género. Tenemos a Buddy Rich en jazz o Dennis Chambers en fusión y funk. Y eso tiene que ver con el hecho de que son considerados “hombres orquesta”.
El origen de la batería, como un instrumento, data de 1890. Es más bien la unión de otros instrumentos de percusión que se tocaban por separado como platillos (de China y Turquía), timbales (África) o el bombo (Europa). En una misma banda los tocaban entre dos y cuatro personas, pero las pérdidas que ocasionó la I Guerra Mundial afectaron a quienes contrataban a las grandes bandas y debieron reducir su personal. Eso obligó a que esos elementos de percusión fueran tocados por un mismo músico.
Con la invención del pedal para bombo en 1910, a través de Wilhelm F. Ludwig, los ejecutantes debieron aprender a tocar todos los instrumentos juntos. El pedal, que tiene una cadena que permite empujar un mazo para golpear el bombo, fue solo el inicio.
Julio Rosero, baterista local, enumera los instrumentos de percusión que forman un set básico de batería -aparte del bombo con su pedal-. En un kit moderno constan el redoblante -conocido también como caja o tarola-, los tom -uno o dos superiores-, y otro de piso.
A eso se suman los platillos o címbalos, entre ellos el hit hat. Llamado también esterbil, es más bien un sistema que consta de dos platillos instalados en un soporte con pedal y sujetados por una mariposa que permite que uno caiga sobre el otro.
Los otros címbalos básicos con el crash, que son para los remates que pueden dar pautas a los cambios de ritmo, y el ride, que es un platillo más grande y pesado (puede alcanzar unas tres libras, según Paredes), con función más rítmica que de fuerza.
Explica que las dimensiones estándar son de 22 pulgadas de diámetro para el bombo, 14 para el redoblante, 12 y 13 para los toms superiores, y 16 para el de piso. En cuanto a platillos las dimensiones son: 20 pulgadas para el ride, 14 para el hi hat y 16 para el crash.
Las baquetas o palillos también son esenciales. Su tamaño y grosor dependen mucho de la intención que tenga el ejecutante (darle más nitidez al sonido que produce) y también del género en el que se desempeñe.
Hay baquetas de 5A, que son más delgadas y habitualmente se utilizan para jazz, indica. Existen otras como las 5B, que son más pesadas y largas. La diversidad de baquetas es ilimitada. Algunos músicos usan también escobillas y otras baquetas con cabeza de mazo semejantes a las que golpean el bombo. Estas se utilizan más para impactar platillos más grandes como el gong y otros elementos.
En los palillos estándar las cabezas, que tienen forma ovoide, pueden ser de madera, ‘nylon’ y plástico. Según Paredes, las de ‘naylon’ consiguen una mejor definición en el golpe. Añade que se puede tocar desde los 8 años, aunque existen prodigios que empiezan antes.
Para un baterista principiante los precios de un set básico fluctúan entre los 300 y 800 dólares, solo en tambores.
Los platillos son aparte y pueden alcanzar los 300 o 400 dólares.
El sonido de cada parte de la batería es el resultado de la vibración y resonancia en el cuerpo y paredes de sus tambores. Su nitidez dependerá también de la madera con la que está hecha cada parte (algunas de maple y otras de birch) y de los parches que pueden tener una o dos capas, incluso hasta aceite en medio de ambas.
Para tocar batería existen muchas técnicas, que incluye el movimiento de muñecas en las manos. No obstante, lo básico es con un compás de 4/4, utilizado en el 80% de las canciones conocidas. Es más bien una cuestión matemática porque todos los espacios deben ser llenados, dice Paredes. Se trata de repeticiones que musicalmente son representadas con una figura llamada negra.
Se pueden combinar cuatro golpes contra el hi hat, dar espacios para los que van en el redoblante y el bombo, por ejemplo. La idea de dominar este compás es lograr la coordinación del baterista y sobre todo la independencia de sus miembros (se usan ambas manos y pies. Una excepción es Rick Allen, de Def Leppard, quien tiene un solo brazo).
Según Paredes, muchos principiantes golpean el esterbil y el bombo a la vez. Por eso, el ejercicio de coordinación independiza los miembros. Cuando uno lo domina puede ejecutar diversas combinaciones y subir o bajar la velocidad.
Tiene que ver con la creatividad del músico, que en su set puede añadirle más elementos. Actualmente hay baterías electrónicas, pero su sonido es limitado y programable. El tema sobre la batería es bastante extenso, que necesita de mayor atención para una correcta ejecución.
Fuente: http://www.telegrafo.com.ec/index.php?option=com_zoo&task=item&item_id=53320&Itemid=19