En su libro sobre el cine infantil de Hollywood (personalmente el título de "infantil" me parece bastante desacertado en este caso),
Marcela Croce hace un análisis de películas míticas de la extensa filmografía de la Disney desde un punto de vista poco convencional: los valores pedagógicos, y
sobre todo los subliminales, que esconden algunas cintas de esta productora y que tienen como meta calar en la mente de los más pequeños. Tomemos esto como real o no, lo que sí es inconfundible es que las películas de Disney siempre han sido una herramienta muy eficiente para el gobierno estadounidense, ya sea para conflictos exteriores o interiores. Pero no voy a entrar
en juicios morales sobre estas decisiones, sino en que esta tendencia todavía está presente en algunas de sus cintas actuales y concretamente en la obra que nos ocupa:
Wreck-It Ralph.
Como ya viene siendo habitual en las películas de los últimos años, siempre buscan tener una relación más o menos directa con
la crisis económica que vivimos, pero en esta cinta de animación se vive desde otro punto de vista, mucho más impositivo aunque sutil. Como ya sabréis la historia trata sobre un prototípico malo de cualquier videojuego, que cansado del papel que le ha tocado representar en la vida decide hacer algo por cambiarlo. Sin embargo, esta mutación del status quo del mundo no trae más que consecuencias negativas para los que le rodean, obligándole a darse cuenta de que lo único que le queda es comprender su realidad, y que el resto también lo hagan. De hecho hay un momento en la cinta que el protagonista dice algo así como que su trabajo es ser el malo, y puede no ser bonito, pero
tiene que aceptarlo. Un mensaje bastante esclarecedor.
Pero no estamos aquí para entrar en juicios sobre la moralidad del mensaje de la cinta, sino más bien sobre su calidad artística, y en eso
Wreck-It Ralph es una grandísima película. Es de esas cintas que se disfrutan viendo en el cine, puesto que
tiene todo lo que debería tener una buena película: muchas risas, alguna lágrima, personajes interesantes, un ritmo frenético, un diseño artístico que da para un universo entero, y unos personajes interesantes y coherentes. Pero quizá lo que más pueda llamar la atención en un principio de esta película son las numerosas referencias que nos podemos encontrar al mundo de los videojuegos, puesto que al fin y al cabo en ese universo se desarrolla la historia.
Cualquier fan de este arte no se sentirá defraudado en absoluto ya que no sólo encontramos referencias a muchos míticos videojuegos como
Sonic, Pacman, Mario Bros, Donkey Kong o Street Fighter (las escenas de "malos anónimos" son geniales y sobre todo la animación del zombi, simplemente magistral), sino que también se fusiona el arte cinematográfico con
los 8 bits de manera que todos los nostálgicos se sentirán más que complacidos. Hay numerosas referencias a este aspecto durante toda la cinta, y se desarrollan de manera tan natural y se introducen en la trama de forma tan sutil que todo parece un complejo puzzle cuyas piezas encajan a la perfección.
Por que si la superficie de la película, el desarrollo de la trama y las escenas que se suceden, atraerán al público infantil por su colorido y sencillez, todo
el complejo mensaje que atesora en su interior y sobre todo las numerosas e interesantísimas subtramas de cada uno de los personajes secundarios resultan más que interesantes para un público adulto. Y es que recordemos que desde la compra de Pixar por parte de Disney, muchos creativos de la productora del flexo pasaron a formar parte de la gran empresa de Blancanieves, y lo que podemos extraer de la filmografía de ambas este año (Brave por parte de Pixar y Wreck-It Ralph, por ejemplo, por Disney) es que
se han cambiado los papeles y ahora son ellos los que hacen buenas cintas para todos los públicos.
Además, el trabajo de
John Lasseter (aquí como productor ejecutivo) dentro de la propia Disney ya se hace notar puesto que, aparte de que la cinta en cuanto a calidad está más cerca de lo que llevaba haciendo Pixar que lo que hacía Disney independientemente, también tendremos un corto previo que nos servirá como perfecto aperitivo para todo lo que disfrutaremos después. Si algo se puede echar en falta a la cinta es, quizá, que el protagonista no haya vivido más aventuras en otros videojuegos, que por otra parte cuentan cada uno con su propia historia, para poder disfrutar de más contradicciones y más referencias a este arte. Quizá se lo hayan guardado para una secuela que ya están preparando, pero de momento podríamos decir que
Wreck-It Ralph es una de las cintas más interesantes del año y, sin duda, la mejor película de animación de la temporada.
Claro que la cinta no es perfecta puesto que cuenta con algunas escenas, sobre todo las protagonizadas por un personaje que debería haber sido distinto como es la corredora de
Sugar Rush, que no están a la altura del resto, sobre todo en cuanto al guión, pero también es verdad que hay otras, como la lucha del protagonista en
Hero's Duty (no hace falta hablar de las referencias del título) que son simplemente magistrales. Incluso en ella se atreven a experimentar con la ruptura de la cuarta pared en los videojuegos, algo que por otra parte está muy presente en todo el metraje. También se detiene a exponer algo que ya trató
Toy Story hace 17 años: ¿qué ocurre con los juguetes cuando no miramos? Aunque este tema ya se había tratado en el mundo de los videojuegos con la saga
.hack que ya hablaba de lo que les ocurría a los personajes cuando no jugábamos con ellos. Esos pequeños detalles son los que hace grandes a
Wreck-It Ralph y los que sirven para disfrutarla desde el primer minuto hasta el último.
Fuente:
http://extracine.com/2012/12/critica-wreck-it-ralph