El blanco y negro no es más elegante que el color, ni viceversa. No tiene nada que ver la elegancia con el color o su falta, sino con el estilo del fotógrafo, el encuadre o el mensaje. No es fácil decidirse por uno u otro. Y muchas veces esa decisión nos puede ayudar a mejorar un trabajo o a estropearlo.
La fotografía nació en blanco y negro. Las primeras emulsiones sólo eran capaces de registrar la luminosidad de los objetos. Sin embargo, el objetivo era conseguir reproducir el color, para lograr un mayor realismo. Y aunque parezca mentira en 1860, gracias a la investigación de James Clerk Maxwell, se vio la primera fotografía en color. El problema es que era muy difícil, pues había que hacer la foto tres veces, con un filtro distinto cada vez. El primer sistema en color que se comercializó fue el famoso Autochrome en 1907, de los hermanos Lumiere, los creadores del cine. Lo consiguieron gracias a la fécula de la patata. Hasta 1935 fue la única forma de fotografiar en color, cuando apareció la fantástica Kodachrome, que prácticamente acaba de morir.
Algo muy curioso de toda esta evolución es que las fotografías digitales son originalmente en blanco y negro, pues los sensores sólo registran la luminosidad. El color es fruto de la interpolación de la matriz Bayer RGB que está colocada encima del sensor. El color digital, dicho de otra forma, no es real, es inventado. De hecho, la famosa Leica en blanco y negro, la M Monochrom, dicen que tiene mayor calidad precisamente por evitar dicha matriz en su configuración.
En el pasado, muchos fotógrafos empezábamos en blanco y negro porque era más sencillo, más barato y mucho menos complicado. Ese era el motivo principal. Cualquiera podía montar un laboratorio en el baño, con tres tristes cubetas a temperatura ambiente y conseguir unas copias de calidad en aquel maravilloso papel baritado que afortunadamente ha vuelto. El blanco y negro era más rápido, menos exigente con las temperaturas y encima podías ir de autor. El blanco y negro era como la reserva de los artistas...
Cuando apareció la tecnología digital, todo el mundo se olvidó del blanco y negro, pues ya era posible disparar en color sin gastarse un dineral y teníamos la posibilidad de darle el aspecto que quisiéramos en el ordenador. Pero enseguida las cámaras ofrecieron un filtro artístico que consistía en pasar la fotografía a escala de grises... Y aparecieron miles de técnicas y cursillos para conseguir un blanco y negro de verdad.
Y así llegamos al día de hoy, donde todavía la gente no sabe qué hacer: si seguir con el color o pasarla a blanco y negro. Y elegir una forma u otra de expresión depende de muchos factores que el fotógrafo debe estudiar a fondo antes de decidirse por uno o por otro.
Elegir blanco y negro o color tiene que estar justificado. La famosa respuesta -porque sí- de los niños pequeños, o de los padres desesperados con ellos, no tiene cabida en este mundo. Cuando preparamos una serie hay que estudiar si el color o su falta va a completar nuestro mensaje. Hay que ver si el color despista o atrae al espectador. O a lo mejor el blanco y negro ayuda a que se fijen más en las formas o en el mensaje. Y sobre todo hay que ser lógico y consecuente, pues carecería de sentido trabajar en blanco y negro en la fiesta holi de la India. O a lo mejor no. Siempre depende de lo que se quiera comunicar.
El blanco y negro es mucho más fácil que el buen color, que es aquel que parece blanco y negro porque todos los colores pertenecen a una misma gama o se complementan perfectamente como puede ocurrir con el negro y el azul, o el verde con el magenta. Como dice el gran Tino Soriano:
El armazón de cualquier imagen se construye básicamente con líneas, texturas, tonos y volúmenes. La fotografía en blanco y negro utiliza estos recursos para ordenar el contenido de las imágenes.Personalmente, cuando empiezo una serie nueva, o hago un viaje, hago una previsualización de cómo puede quedar el resultado final. Si el color no es importante, recurro al blanco y negro. También me puedo dar cuenta que a través del color puedo dirigir la mirada más fácilmente. Y muchas veces depende de mi estado de ánimo. ¿Vosotros qué hacéis?
El color, sin embargo, estorba en un principio la comprensión de la estructura de una foto, porque es lo primero que apreciamos. Esa circunstancia relega la gramática de las líneas, texturas, tonos y volúmenes a una inspección más tardía, una vez la mente determina sus conclusiones tras valorar lo primero que percibió: los estímulos cromáticos.
Fuente: http://altfoto.com/2013/04/fotografia-en-blanco-y-negro-o-color
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