Dan Foy (Flickr)
La alimentación es una de las partes más importantes de nuestro día a día. Si no comemos o no lo hacemos de manera adecuada, es inevitable que suframos problemas importantes de salud. Pero no solo realizamos este acto de manera consciente. También experimentamos lo que conocemos como engaños del cerebro, es decir, pequeños trucos que emplea nuestra mente al mismo tiempo que ingerimos algo. Hay autores incluso que hablan del denominado comer emocional, que ocurre cuando asociamos la alimentación a la superación de trastornos de carácter más afectivo. En estos casos, la comida se convierte en un refugio, y no en una conducta necesaria para nuestra supervivencia. Cuando ocurre, pueden originarse problemas muy graves, que todos conocemos, como la anorexia o la bulimia.
Y es que los vínculos complejos que se asocian entre nuestra mente y la alimentación que tenemos, han sido desde siempre objeto de estudio de los investigadores. Conocer la parte más psicológica de la comida puede ayudarnos a diagnosticar trastornos a tiempo, y corregir rutinas que a medio plazo podrían convertirse en problemas de salud importantes.
En esa búsqueda de la relación entre los engaños del cerebro y nuestra alimentación, hoy podemos destacar un reciente estudio realizado en la Universidad de Oxford y publicado en la revista Flavour. ¿Hasta qué punto nuestra mente usa pequeños trucos para que la comida nos sepa de manera diferente?
La investigación realizada arroja datos curiosos: el acompañamiento de la mesa puede modificar nuestra percepción sobre lo que vamos a ingerir. En otras palabras, las características físicas de la cubertería y los platos que usamos producen ciertos engaños del cerebro, que afectan y modifican la forma en la que comemos.
Los autores del estudio, de hecho, aunque matizan que el color no es la parte más importante a la que prestar atención, sí sugieren, sin embargo, que para reducir la comida que tomamos, podríamos utilizarplatos rojos. Parece absurdo, pero este truco mental ya se usa en algunos hospitales de Reino Unido, en los que se etiquetan las bandejas de la comida con The red tray system, para aquellos pacientes que necesiten disminuir su dieta.
Otras conclusiones interesantes que se sacaron del estudio fueron, por ejemplo, la diferente percepción del yogur, en función de la cuchara que los individuos utilizaran. Las cucharas ligeras de plástico servían para que los participantes percibieran este postre como más denso y caro. El tipo de cubierto empleado también puede enmarcarse dentro de esos engaños del cerebro. De hecho, la comida que se servía con un cuchillo, resultaba más salada, que aquellos alimentos que debían ingerirse usando solo cuchara, tenedor o incluso un palillo.
Está claro que, aun siendo una de las actividades más frecuentes que hacemos a diario, comer tienevínculos emocionales (y sensoriales) muy fuertes, en los que la mente juega un importante papel. Descubrir cuáles son los trucos que empleamos puede servir para diseñar, a medio plazo, dietas más saludables, en los que nuestro cerebro sea incapaz de utilizar estas variables o factores sensoriales para alterar nuestra alimentación.
Fuente: http://alt1040.com/2013/06/enganos-del-cerebro-al-comer
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