El tema de si los videojuegos son o no una forma de arte lleva muchísimo tiempo en debate por expertos, analistas y cualquier persona fanática o no de este medio de entretenimiento. Personalmente, yo no lo pongo en duda. Los juegos de vídeo son una forma de arte moderna, así como lo es el cine desde hace casi un siglo, e incluso lo supera en muchas formas, aunque no en otras. Esto es una realidad, y así lo ha aceptado el Museo de Arte Moderno de la ciudad de Nueva York en los Estados Unidos, al incluir a los videojuegos como arte hace un par de días, añadiendo a sus exposiciones seis títulos de juegos e incluso una consola de sobremesa.
Algunos de los títulos que el MoMA (siglas para "Museo de Arte Moderno", en inglés) ha decidido celebrar y vanagloriar como forma de arte han sido el clásico Pong (primer juego de vídeo de la historia), Space Invaders y el exitoso Minecraft, que apenas tiene dos años de haber llegado al mercado pero el MoMA considera toda una manifestación artística por parte de sus creadores (entre ellos el conocido Markus Persson, alias "Notch y dado que el título ofrece un sin fin de posibilidades para que los jugadores se conviertan en artistas expresando toda su creatividad en grandes obras a base de cubos.
Sin embargo, y aunque aplaudo la inclusión de estas obras en el MoMA, el arte en los videojuegos va mucho más allá de su diseño y de su importancia en la historia de este medio. Debemos considerar a los videojuegos como forma de arte no solo por el hermoso aspecto y coloridos personajes de algunos títulos, que demuestran el talento de un sin fin de dibujantes y diseñadores; sino también porque los videojuegos nos cuentan historias, y de una manera que ningún otro medio o arte podría superar, ni siquiera igualar.
Videojuegos como narradores de historias
Toda mi vida he jugado videojuegos. He pasado por muchas consolas de sobremesa, portátiles, generaciones de Nintendo, Sony, SEGA y fieles computadores a los cuales, normalmente, les exigía más de lo que podían dar de sí para poder disfrutar los lanzamientos más recientes. Y en todas estas generaciones han habido juegos que me han maravillado y sorprendido gracias a la maravillosa historia que nos relatan.Y eso es lo que logra hacer toda expresión artística, maravillar nuestros sentidos, sorprendernos con historias increíbles, con finales tristes, con finales felices, con diseños impactantes y bandas sonoras que nos envuelvan por completo. Uno de los casos que más me ha maravillado en los últimos años ha sido Journey, un título que en sus menos de tres horas de duración, logra atraparte, sorprenderte e incluso sacar lágrimas de tus ojos. En Journey no existe diálogo, no existen nombres ni batallas, solo existe un destino, un viaje misterioso y una banda sonora increíble, y eso lo hace perfecto.
Los juegos así son como leer libros excelentes, o como escuchar a algún anciano maravillarnos con la historia de su vida, llena de anécdotas, viajes, guerras y demás. La gran diferencia, y ventaja, es que los juegos son interactivos, y eso nos hace vivir de lleno la experiencia.
Lamentablemente, muchos grandes estudios parecen estar dejando de lado la creatividad, la narrativa y los diseños hermosos y sorprendentes en los juegos, reemplazándolos con el equivalente de los blockbusters en el cine. Títulos de producciones muy costosas, con muchos efectos y mucha acción pero vacíos en historia, donde solo se deba disparar en línea recta y que cada secuela de esa franquicia sea prácticamente igual.
Aún así muchos estudios siguen sorprendiéndonos, lanzando juegos con increíbles narrativas y que pueden ser considerados expresiones artísticas en todo sentido. Es algo que notamos perfectamente en el caso de los juegos indie, un mercado que está en pleno auge y de donde hemos visto nacer grandes obras como Bastion o Limbo que no necesitaron presupuestos multimillonarios para contarnos buenas historias y dejarnos vivir en otro mundo de lleno a través de un mando o un teclado y ratón.
En el caso de los grandes estudios, más que recordar clásicos impresionantes como The Legend of Zelda: Ocarina of Time o los espectaculares ICO y Shadow of the Colossus, títulos que nos contaban historias increíbles y en algunos casos perturbadoras, en los últimos años he visto nacer grandes obras de arte en el mundo de los videojuegos, que puedo considerar como algunas de las mejores historias que he podido disfrutar, de forma interactiva, en toda mi vida.
Bioshock Infinite es la más reciente de ellas. Un título que aunque está lleno de acción y disparos, nos relata una historia sin igual, mezclando ciencia ficción, física cuántica, misterio, religión, política, terror y amor, de una manera que nunca había visto antes. Lo considero de los mejores juegos que he disfrutado en mi vida. Tampoco podría dejar de incluir a The Walking Dead de Teltalle Games, Heavy Rain, la saga Uncharted (divertida y llena de emoción) y al aclamado The Last of Us, o la terrorífica saga postapocalítptica de Metro 2033 y The Elder Scrolls V: Skyrim.
Estos son solo algunos ejemplo que, personalmente, he podido vivir y disfrutar mucho más que como "un simple juego". Son títulos con historias que me han maravillado, bandas sonoras que me han impactado, y escenarios y diseños impresionantes.
No queda duda que el mundo debe considerar a los videojuegos como arte, y no solo eso, debemos considerarlos comonarradores de historias, de maneras que ni el cine, ni la televisión o ni siquiera los libros (aunque suene atrevido) pueden igualar.
Fuente: http://alt1040.com/2013/07/videojuegos-como-arte
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