Cómo organizar la bolsa de un fotógrafo es una de las grandes pesadillas de todos los aficionados. Siempre hay dudas, ¿qué me llevo a un viaje?, ¿qué dejo en el hotel?, ¿Echaré de menos el teleobjetivo si lo dejo en casa? Vamos a tratar de resolver todas estas dudas.
Lo primero es
borrar de la cabeza la idea de que si tienes mucho equipo lo correcto es llevarlo todo encima. Y por lo tanto es necesario comprarse una mochila cuanto más grande mejor. Y si tenemos espacio de sobra, entonces hay que llenarlo como sea: tres o cuatro objetivos, por supuesto zooms; el flash junto con el emisor y el receptor para hacer algo
strobist; la cámara con el motor acoplado; el disparador por si surge la oportunidad de hacer un
time-lapse; y no se pueden olvidar los filtros, por supuesto: el polarizador, el de densidad neutra, el degradado que es muy útil para los paisajes...
Y así hasta el infinito, o hasta que no se pueda cerrar la mochila. Y como somos ahora fotógrafos digitales, no se nos pueden olvidar las baterías, el cargador y un pequeño
netbook con todos sus complementos para descargar los archivos de varias de las tarjetas que llevamos. Esto suele ser lo normal en muchos aficionados. Y sus equipos pesan 5 o 6 kg, si no más.
Curiosamente, cuando descubres gente tan precavida, y con un sano espíritu de
sherpa, rara vez suelen llevar el trípode, por razones tan peregrinas como:
pesa mucho u
ocupa mucho espacio o
no lo necesito. Estas disculpas, que os puedo prometer son reales, no son lógicas, pues el fotógrafo con alma de carguero podría haber prescindido entonces de otros accesorios que usará de manera puntual y meter el
trípode, que usará en todas las fotografías que haga con filtros degradados, de densidad neutra, para el
time-lapse y para conseguir una buena foto de un paisaje. Algunos pensaran que estos fotógrafos no harán este tipo de imágenes, y que se dedicarán a la fotografía callejera; entonces, ¿para qué llevan tanto equipo?
Todo lo que he contado anteriormente es para dejar claro que lo importante es saber
qué tipo de fotógrafo somos, y qué es lo que nos gusta hacer. He de reconocer que yo era un
fotógrafo mula, y me enorgullecía. Pero los años y los sabios consejos de muchos compañeros y profesores me hicieron recapacitar.
Para saber qué tenemos que meter en la mochila, hay que tener claro lo que vamos a hacer. Es muy distinto irse de viaje a la otra punta del mundo que ir al parque de nuestra ciudad. También tenemos que conocernos y ser realistas con nuestras fuerzas y ganas. No tiene sentido llevar todo el equipo de viaje, si vamos a dejar la mochila en la caja fuerte del hotel porque pesa mucho y nos da calor, y preferimos colgarnos del cuello la compacta de la pareja (esta situación se repite mucho más de lo que pensáis).
Lo más práctico que podemos hacer, si todavía no nos conocemos como fotógrafos, es acudir a
Adobe Lightroom o
Adobe Bridge y hacer un filtrado de nuestras mejores fotografías para saber qué objetivos y accesorios utilizamos más frecuentemente para conseguir nuestras particulares obras maestras. Este sencillo truco, se podría decir, o filtro de búsqueda, nos descubrirá que somos
fotógrafos angulares, normales o teleobjetivos. La conclusión que podemos sacar es obvia. Llevemos sólo el material que más usamos y con el que mejores resultados conseguimos, y dejemos lo demás en el armario. Pasará el tiempo y no lo tocaremos. Y llegará el momento en el que nos daremos cuenta de que lo podemos vender y comprarnos, si somos angulares, por ejemplo, un 35 mm mejor que el que tenemos, a cambio de un objetivo que no usamos nunca.
El secreto está en llevar el menor peso posible, no aparentar ser fotógrafo. Muchos de los grandes fotógrafos que he tenido la suerte de conocer, como
Tino Soriano,
Jose Manuel Navia,
Cristobal Hara... y algunos que me dejo en el tintero, no llevan ni mochila de fotógrafo al uso, algunos incluso llevan la cámara en una bandolera. La discreción y la comodidad ante todo. Un buen cuerpo, mejor objetivo y un buen entrenamiento de la mirada consigue más que cualquier mochila llena y pesada.
Como he dicho antes, llevaba siempre todo el equipo encima, ya fuera por motivos profesionales (ruedas de prensa y presentaciones) con un peso cercano a los 6 o 7 kg, o por placer (si se puede llamar así). En algunas ocasiones, como viajes de representación, he llegado a portar 20 kg, todo el día, por la necesidad de tener que llevar ordenador y equipos de emergencia (un segundo equipo te puede salvar de muchos dolores de cabeza; ahora llevo una compacta pro). Y para mis proyectos personales, voy con
un cuerpo profesional y tres objetivos fijos: 35 mm, 50 mm y 90 mm. Y os aseguro que ahora aguanto más, consigo más calidad y mis fotografías son mejores. El trípode va siempre conmigo, y como llevo tan poco peso, y va acoplado a la mochila, casi ni me entero que lo llevo (además como el equipo es ligero no tengo que llevarme el grande, que lo dejo para el estudio).
Y si quiero hacer algo especial, como fotografía con flash, o
time-lapse, o un safari, preparo todos los accesorios en casa para esa jornada particular. Y mientras tanto, está todo guardado en un armario, dentro de la mochila grande que antes cargaba. Vuestra espalda lo agradecerá.
Fuente:
http://altfoto.com/2013/02/como-organizar-la-mochila-de-un-fotografo