He de confesar que nunca he sido fiel amante del cine de ciencia ficción, pero sí de las historias de amor. Así que aquí me tienen, frente a frente con este
film futurista que nos transporta a un sistema solar no tan lejano en el que dos planetas gemelos, pero con gravedades opuestas, giran al tiempo alrededor del sol. Han pasado apenas 10 minutos desde el comienzo de la película, y ya
he caído profundamente enamorada. Quizá la culpa la tenga su maravilloso
opening, en el que la voz en off de Jim Sturgess (en su papel de Adam Kirk, el romántico protagonista de esta historia) se entremezcla con los títulos de crédito de un diseño impecable e hipnótico.
El planteamiento del film es ciertamente novedoso: Adam y Eden (interpretados por
Jim Sturgess y Kirsten Dunst) son una pareja de jóvenes enamorados que se besan en un entorno hostil que les empuja en direcciones opuestas. Eden viene de arriba y Adam de abajo, y la fuerza gravitatoria de sus planetas de origen les atrae impidiendo así que los amantes puedan estar juntos sin tener que hacerlo a escondidas y desafiando a las leyes de la gravedad. En uno de sus encuentros, Eden sufre un accidente mientras son perseguidos por las fuerzas del orden por haberse saltado la prohibición de interactuar con habitantes del planeta opuesto. En ese momento, los destinos de los amantes se separan hasta que 10 años más tarde Adam reconoce a Eden en televisión. Al saber que sigue viva y que trabaja para
Transworld (la empresa que sirve como nexo de unión entre ambos planetas), su objetivo será llegar hasta ella trabajando para la compañía en la creación de una crema antiedad de receta secreta. Como bien podrán imaginar, los obstáculos que tendrá que sortear no son pocos.
Hasta aquí todo bien.
Upside down lo tiene todo: una historia de amor, un planteamiento atractivo y una estética barroca y algo decante que recuerda al estilo romántico de las pinturas de Caspar David Friedrich (los encuentros en la más alto de la montaña entre los dos amantes recuerdan inevitablemente a El caminante sobre el mar de nubes de este pintor alemán). Sin embargo, más allá de sus primeros 20 minutos, el guión se pierde en la forma y la historia queda pendiendo de dos hilos: el dueto Dunst-Sturges. Quizá sea la fuerza de la doble gravedad, pero a lo largo del visionado de este film tengo precisamente esa sensación: la de estar dejándome llevar de arriba a abajo por su ritmo poético, upside up, upside down, hasta terminar...quizá sea mejor no adelantarse al final.
Sinceramente, desde su comienzo y más aún a medida que avanza el film,
me interesa más la historia de amor entre sus protagonistas que la mismísima fórmula secreta de la crema anti-edad. Para aquellos que, como yo, se dejen hipnotizar por su estética y sus mágicos escenarios, Upside down no será en absoluto un fracaso. Pero cuando uno trata de ahondar algo más en su historia, el planteamiento original del que parte se va desvaneciendo para dar paso a
una historia que salta de un lugar a otro a trompicones y deja al espectador con demasiadas incógnitas fruto de una deficiente construcción de la historia. Lo bueno es que a estas alturas del metraje, y una vez que el ritmo del film comienza a decaer, uno ya ha sido atrapado por la historia de amor entre Adam y Eden, y será ésta, la tierna y encantadora pareja formada por estos dos grandes actores, la que logre mantener todo el peso de la historia y conducirnos hasta su final. Pero no teman, la pareja formada por
Kirsten Dunst y Jim Sturgess es motivo suficiente para ver y disfrutar enormemente de este film irregular. Y por si eso no fuese suficiente, las escenas de tango en el maravilloso
Café Dos Mundos son verdaderas obras de arte de la estética cinematográfica que se grabarán en sus retinas y les harán abandonar la sala con un sentimiento de
amor irremediable hacia esta película.
Con Upside Down (presentada en España como
Un amor entre dos mundos), su director, el argentino
Juan Diego Solanas realiza su primer salto a Hollywood, quizá traicionado por la idea de que la doble gravedad hace más complicado darse el batacazo. Upside down pretende ser, además de una historia de amor que es capaz, en efecto, de vencer la gravedad, una
parábola de las sociedades modernas, divididas cada vez más entre ricos y pobres, y con un único elemento que actúa como enlace que es, como no, una empresa petrolífera (Transworld) que explota los recursos de los más pobres para satisfacer las necesidades de sus sociedades en continuo y desmedido crecimiento. Sin embargo, el mensaje de esta historia no logra llegar con éxito a sus destinatarios por agujeros en un guión que nadie se preocupa en remendar.
En Upside Down,
el final se precipita y queda flotando entre dos mundos: el del
poder serde una película que podría haber sido absolutamente maravillosa e innovadora y el de la realidad de film irregular que acaba cayendo en picado venciendo las leyes de la doble gravedad y cuya salvación es la luz cegadora que emana el amor entre los dos protagonistas.
Porque el amor, y sólo el amor es capaz de vencer las leyes de la doble gravedad.
Fuente:
http://extracine.com/2013/04/critica-de-upside-down