Es que la capital chaqueña, tradicionalmente y gracias a su Bienal Anual Internacional, es consagrada como la Capital de las Esculturas.
Pasear por la ciudad es transitar por un verdadero museo urbano a cielo abierto. Experiencia peculiar si la hay.
Y fué aún de mi mayor interés, notar que las esculturas están perfectamente preservadas de graffittis u otros actos bandálicos, sin la necesidad de mamparas o rejas. Una experiencia preciosa, y un placer enorme el poder contemplar tantos lindos trabajos a la distancia y desde el lugar que a uno se le antoje, por cuanto tiempo cada uno quiera dedicarle a cada pieza.
Un deleite.
Por otra parte, completando las actividades que la ciudad a cielo abierto ofrece entre sus espacios edificados, encontramos la enorme plaza principal, y cuatro plazas cercanas, formando un dibujo similar entre todas al número 5 de los dados. No están muy lejos unas de otras, y cada una tiene su identidad.
Recomiendo pasear por todas y quedarse en la que más les guste, disfrutando de unos ricos chipacitos con mate, ideales para cualquier tarde, y conseguibles en innumerables panaderías, pancherías, e incluso, heladerías!
Abren y cierran el album, algunas vistas de otros espacios abiertos, algunas vistas de expresiones artísticas callejeras con las que me crucé, y, algunas imágenes de la rutas de egreso de la ciudad, hacia mi próximo destino litoraleño.
La próxima semana, el último álbum de resistencia con el recuerdo de “El Perro Fernando” y El fogón de los arrieros.