Desde la capital formoseña hasta la frontera, el camino fue cómodo y tranquilo. La ruta está en buenas condiciones, y el clima, ayudaba de sobra.
Era la primera vez que cruzaba un paso fronterizo por micro, y es toda una experiencia. Bajar del micro, ir a las ventanillas de migraciones, sortear cambiadores de divisas ambulantes, seguir haciendo trámites, (En un momento, habiendo entregado mi documento y tratando de no perder de vista el micro, que si bien los pasajeros íbamos todos juntos… Bueno, da como un poco de miedo sentirse como Tom Hanks en “La Terminal”,solo que al aire libre).
Mientras terminaba el trámite migratorio, observaba el atardecer. Créanme que fué glorioso.
Una vez arriba del micro nuevamente, el entusiasmo se apoderó nuevamente de mí. Mal momento… Faltaba un camino muy largo todavía para llegar a la terminal de asunción.
Y cayó la noche, llevándose literalmente toda la luz que había.
La ruta del lado paraguayo, es no solo de dos manos, sino que no tiene ni una vela que la ilunime. Nada. Es cuestión de encomendarse y seguir hasta la civilización.
En éste álbum, les traigo las vistas de esa última tarde de viaje en micro.
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También podés verlas directamente desde Picasa.
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La semana que viene, ya en tierras Paraguayas, arrancamos a recorrer la variopinta ciudad de Asunción.