En el cine existen muchísimas películas con buena fotografía las cuales son digna de inspiración para cualquier aficionado a captar imágenes. El director de fotografía tiene en cuenta aspectos como la composición, la luz o el encuadre para transportarnos a una atmósfera concreta, aquella que frecuentemente se identifica con la historia que nos están narrando. Algunas veces se consigue, pero otras no tanto.
Lo cierto es que siempre se suelen caer en los mismos tópicos cuando se piensa en películas con buena fotografía. Estamos un poco hartos de que nos recomienden El Padrino, La Naranja mecánica, Ciudadano Kane, Amélie o Apocalypse Now. Ya sabemos que esas películas son geniales en cuanto a su fotografía.
Realmente me gustaría recapitular otro tipo de películas con buena fotografía, aquellas que (aunque quizás sean conocidas) no se recomiendan tan frecuentemente cuando se piensa en una buena dirección de fotografía, y a las que creo que debería darse un poco más de importancia en este campo. Obviamente, el baremo que estoy utilizando para recomendar estos filmes es el fotográfico, por lo que no os asustéis si veis alguno, que analizando otros factores, sea de una calidad muy cuestionable.
Confessions
Confessions es una película japonesa de 2010. Se trata de una de esas joyas no demasiado conocidas que siempre es agradable de recomendar. Personalmente os sugiero que empecéis a verla sin saber nada sobre su argumento, ni siquiera el tráiler, ya que es de esos thrillers que realmente si disfrutan más si te encuentras con la sorpresa en el momento de su visionado.
En cuanto a su imagen, podemos decir que destaca por el uso de planos detalles y especialmente por el de la cámara lenta como recurso dramático, algo también potenciado por su paleta de colores grises y apagados. Lo cierto es que la banda sonora también juega un gran papel al respecto, y es que resulta muy impactante poder ver escenas a cámara lenta con todo lujo de detalles y mientras escuchamos canciones como Last flowers de Radiohead. En ocasiones, creeremos estar viendo un videoclip de música a causa de su cuidada imagen y su excepcional combinación con la banda sonora.
The Damned United
Es un largometraje del 2009 dirigida por Tom Hooper, quizá más conocido por El discurso del rey o Los miserables. La historia es la típica de auto superación gracias al deporte que hemos visto en infinidad de largometrajes, pero lo cierto es que en esta ocasión el montaje se encarga de otorgar un ritmo genial al guion, haciendo que en poco tiempo nos enganchemos.
Sobre sus planos, podemos decir que su director tiene una visión muy fotográfica sobre donde aplicar el peso de la imagen y sorprendernos con un uso admirable de la regla de los tercios.
También debemos puntualizar el uso de ciertos encuadres arriesgados, en los que por ejemplo en una conversación consistente en plano/contraplano se deja el aire en el lugar inverso al que rige la norma (algo que también hizo en El discurso del rey), o en otros donde casi se corta el encuadre a la altura del cuello del personaje. Su paleta de tonos, destaca por el uso de unos tonos verdes y azules (usando muy hábilmente los colores del equipo) que sacan a relucir lo mejor de sí gracias a su cuidada imagen. Es de esas películas en la que durante más de una escena tendremos la tentación de pausarla para deleitarnos con la genial composición del cuadro.
Delicatessen
Delicatessen está dirigida por Jean-Pierre Jeunet (el mismo director de Amélie) y Marc Caro. El tono del filme es totalmente surrealista, usa el humor negro en un extraño ambiente que nos traslada a una comunidad de vecinos muy particulares y rocambolescos.
La atmósfera que crea la imagen de esta película es cuanto menos agobiante. Se compone de tonos ocres y naranjas muy saturados que sin ninguna duda ayuda a potenciar aún más el surrealismo en el que se desarrolla la historia. Además, el constante ritmo del largometraje, y el frecuente uso de planos muy cortos, provoca la incomodidad que antes mencioné.
Quizás, es una película un tanto particular que no es para el gusto de la mayoría, pero que si la conseguimos valorar desde la intención del director por crear ese ambiente barroco y grotesco, además de disfrutar con su fotografía, es un visionado muy único.
127 horas
Casi todos conocen al director Danny Boyle principalmente por Slumdog Millionaire, pero creo que 127 horas también debe ser digna de mención. Está basada en la historia real de un montañero que sufre un percance (que no os voy a revelar, por si no lo conocéis) durante una de sus escaladas.
Danny Boyle, se ha caracterizado en sus películas por otorgarle un ritmo muy dinámico en el montaje, y esto también podemos verlo en 127 horas, un ejemplo de ello es el recurso de dividir la pantalla en diferentes cuadros que nos muestran distintos planos de una misma escena.
Su fotografía se caracteriza por utilizar planos muy abiertos (sobre todo al principio), para así mostrar tanto la belleza del paisaje rocoso cañones de Utah, como lo insignificante que puede resultar la presencia de una persona ante un lugar inmenso y totalmente desierto. A pesar de que la película se “estanca” en cierto momento en un determinado lugar, el director juega hábilmente sus opciones para no decaer ni en el ritmo, ni en la imagen.
Drive
Quizás es la más popular de todas las mostradas, pero era inevitable su inclusión en esta lista. Drive ha generado tanto adeptos como detractores, personas que la consideran infravalorada como sobrevalorada. Aunque a estas alturas poco más tenemos que decir sobre esto.
Lo que no podemos obviar es que la dirección de fotografía de esta película es, cuanto menos, digna de mención. La atmósfera propia de los años 80 creada por la imagen junto a la banda sonora enlaza de forma magistral. Debemos puntualizar el juego de sombras y luces realizado en cada plano, los cuales en ocasiones parecen estar iluminados únicamente por luz natural. La paleta de colores usa principalmente el azul y el amarillo, son estos que predominan en la vida nocturna y de los que Drive se sirve para mostrar ese contraste que abarca desde su iluminación, hasta la personalidad del propio protagonista.
Solo basta ver su introducción para comprobarlo: