Pasear por este manso pueblito de caserones antiguos, se siente como un verdadero viaje en el tiempo al borde del siglo pasado.
Los invito a recorrer conmigo las pintorescas estampas de un lugar, casi, detenido en el tiempo, que me atrapó justamente desde su simpleza.
También aproveché para entre ida y vuelta, a hacer algunas tomas en la ruta, porque claro está: No hay pampa sin llanura.
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También podés verlas directamente desde Picasa.
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La semana que viene sí, nos vamos a recorrer en detalle Santa Rosa, la capital pampeana…