Al arribar desde el Oeste, pasando por pequeños balnearios como Bella Vista, Playa Hermosa, y Playa Grande, y a medida que nos acercamos a Piriápolis, nos damos cuenta que éste se tratará de un destino muy particular.
La vista desde el camino costero que propone la Ruta 10, transformándose luego en la rambla costanera, es una hermosa panorámica, presentándonos las playas casi al pié de los cerros, en toda su extensión hasta las Puntas Fria, Negra y Colorada, pasando por el pequeño y prolijo puerto, en donde podemos degustar alguna delicia en los imperdibles puestos de pesca artesanal.
Las Ramblas Argentina y de los Ingleses invitan a caminar, no faltando bancos ni sombra desde su inicio y hasta el pequeño puerto con el que finaliza el recorrido mas ameno para hacer a pié.
Las vistas con la combinación de sus aguas azules, el verde del monte y el amarillo de la arena son tan lindas, como llamativos los pilares del barandal, que llenos de simbolismos místicos, tampoco quedan afuera de la meticulosa planificación que tuvo Don Francisco al diseñar la ciudad de sus sueños.
Si bien las aguas son algo mas movidas que en Montevideo, aún no se percibe un oleaje peligroso, por lo que éste factor también puede ser tomado en cuenta como a favor en la planificación de vacaciones familiares.
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También podés verlas directamente desde Picasa.
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La semana que viene seguimos descubriendo Piriápilis, indagando en los rincones secretos de sus misteriosos castillos…