Hacer 36 fotografías en un fin de semana es uno de los ejercicios de depuración que deberíamos hacer todos los fotógrafos digitales para conseguir mejores imágenes. Pensaríamos más antes de disparar a un plato de comida o a un gato por enésima vez en dos horas.
Muchos recordarán qué era hacer 36 fotos en un fin de semana. Exactamente eran las fotos que entraban en un carrete que comprabas en una tienda y que luego tenías que llevar a revelar para conseguir las copias previo pago. La fotografía no era barata precisamente. Y nos pensábamos más cada disparo.
Ahora muchos se compran una tarjeta grande y se preparan para disparar como locos durante dos días sin pensar en los gastos posteriores. Podemos hacer mil o quince mil y nos costarán exactamente lo mismo: 0. Algunos diréis que con tantos disparos los circuitos de las máquinas, que ya no engranajes, sufren y se desgastan y suponen un gasto a la larga, pero es un precio que debemos tener asumido cuando compramos una cámara, antes y ahora. Sólo que en la actualidad aguantan más, aunque la tecnología se queda obsoleta en menos tiempo.
Hablamos mucho del tema en ALTFoto, pero vemos que no se pueden poner puertas al campo. Ni mucho menos menos pretendemos obligar a hacer algo, pero si por lo menos conseguimos una reflexión...No por hacer más fotos vamos a ser mejores fotógrafos, ni vamos a reflejar en algún disparo lo que realmente queremos. El secreto no está en disparar porque sí, sino en pensar en lo queremos sacar.
Hay que huir del síndrome turístico de disparar a todo lo que se mueve o nos dice el guía de turno. No todo es fotografiable, ni tiene la mejor luz en el momento que pasamos. Aún así, si alguien pasa por un monumento con el sol de frente, y tiene una cámara colgada del cuello o amarrada a la muñeca, hará el disparo sí o sí. Al parecer cree que no tiene otra posibilidad de demostrar que ha estado ahí. Y como no le gusta lo que ve a través de la pantalla, repetirá el disparo hasta que el guía o la familia le obliguen a irse.
Hay que huir del síndrome turístico de disparar a todo lo que se mueve o nos dice el guía de turno
Actuar así no es una buen forma de hacer una foto. A lo sumo servirá como recuerdo, que a lo mejor es lo que quiere la mayoría de la gente que porta una cámara. Pero los que quieren hacer buenos trabajos y están en fase de aprendizaje, deberían olvidarse de esta forma de hacer las cosas. A no ser que sean unos genios, jamás llegarán a buen puerto por este camino.
Hacer mil fotos porque sí, o el encabezonamiento del turista fotógrafo, es una mala práctica además para el futuro, pues si quiere buscar buenas imágenes para ilustrar su álbum, ya sea digital o en papel, sólo tiene dos opciones:
- No hacer ninguna presentación por el agobio de ver tantas fotos en el disco duro y limitarse a decir que tengo los discos duros llenos cuando los incautos invitados pregunten.
- Poner en la red, al alcance de todo el mundo o de unos pocos desafortunados, absolutamente todos los disparos. O peor aún, en un enorme fotolibro. Otra forma de no ver.
En los tiempos antiguos, hace diez años, cuando conseguíamos una buena foto, o dos, en un carrete de 36, era motivo de orgullo y satisfacción. El problema es que por hacer mil en un mismo periodo de tiempo no conseguimos 27,7 buenas.
La única diferencia es que antes pensábamos más lo que hacíamos
Y no es que entonces fuéramos peores. Ahora somos iguales. La única diferencia es que antes pensábamos más lo que hacíamos y no nos llevábamos la cámara al ojo hasta que estábamos seguros de lo que íbamos a hacer. Y todo por una mera cuestión de ahorro. Cuánta gente no disparaba por no gastar. Y ahora esas mismas personas no paran de hacerlo.
La fotografía es reflexión. Es pensar antes de disparar. Y si nos vemos limitados a pocos disparos -da igual que sean 30, 20 o 50- seguro que haremos mejores trabajos, y lo que es más importante, nuestros recuerdos perdurarán más en el tiempo.
Fuente: http://altfoto.com/2014/07/disparar-36-fotos-fin-semana