30KM después, siempre por la hermosa Ruta Provincial 1, llegaba a la costa norte del Golfo San Matías, en donde está emplazado el balneario.
El chofer avisa nuestro arribo, pero no veo terminal ni parada de ómnibus. Ni balneario! Ok, ya veremos como me las arreglo pensé. Con estar de nuevo a las 20:00 acá para el servicio a Viedma, estamos.
Y entonces entendí. Estábamos sobre la barranca y al balneario se accede por una escalinata de cemento, o bien, a través de un cablecarril. Me asomé al mirador que está atrás del estacionamiento, hice un par de fotos, y bajé.
El balneario se encuentra resguardado por sus altos acantilados, con piletones naturales que con la marea baja y su agua tibia recrean un pasaje único. Las playas son completamente distintas a las de El Cóndor, estando conformadas por infinidad de pequeñísimos cantos rodados. Realmente caminarlos, sentirlos, es tremendamente particular.
El paisaje se completa con el enorme acantilado a nuestras espaldas, el cual ofrece buena sombra por la tarde, a los que gusten de estar tranquilos en la playa, pero no sufrir al rayo del sol.
Pasando las 16:00Hs, volví a subir a la ruta con rumbo a mi último destino, la Reserva Faunística Punta Bermeja, a tres kilómetros de donde me encontraba, pero eso, pertenece a la crónica de la semana que viene, hoy, les dejo las fotos que hice en La Lobería y del atardecer en el mirador, a mi retorno.
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También podés verlas directamente desde Picasa.
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La próxima semana, mi visita a la Reserva Faunística Punta Bermeja…