Y no es que cada lugar no tenga su historia, pero hablar de San Lorenzo, es hablar del bautismo de fuego del General Don José de San Martín, nuestro padre de la patria, y eso le confiere a este recorrido un peso único.
Desde Buenos Aires, viajé bien temprano hasta mi querida Rosario, no para recorrerla en ésta oportunidad, sino para desde su terminal, abordar un colectivo de línea que me llevaría hasta el destino que quería recorrer en esa jornada: San Lorenzo.
San Lorenzo a simple vista es uno más de varios pueblos costeros del Paraná, a continuación de Rosario, y camino a la capital santafesina. Pequeño, tranquilo, bajito, pasa casi desapercibido desde la ruta, por lo que hay que prestar mucha atención para bajarse correctamente del ómnibus, que transita por la Avenida San Martín, y no quedar demasiado lejos de la Avenida del Combate.
Desde esta intersección ya se respira a homenaje, en un hermoso mural que representa el combate de San Lorenzo, en la plaza San Francisco de Asis. Y los guiños aparecen en mas de un rincón al caminar el pueblo, y con justa razón!
Llegar al Campo de la Gloria, recorrerlo, tocar los muros del convento San Carlos, tras los cuales sordos ruidos oir se dejan… Realmente, pone la piel de gallina.
La costanera es magnífica en cada nivel, desde aquí, y hasta la Plazoleta Sargento Cabral. Perderse en las prolijas callecitas de los barrios que rodean al centro, es una experiencia hermosa.
Realmente recomiendo conocer San Lorenzo. Con un día de caminata se disfruta por completo, y en la oficina de turismo podemos llevarnos buena cartografía del lugar, para no perdernos detalle alguno durante nuestra visita.
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También podés verlas directamente desde Picasa.
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La semana que viene, y luego del reparador descanso en Rosario, recorremos las obras con las que Los Pintores de Rosario, embellecieron la ciudad...