domingo, 25 de junio de 2017

Desde Concón hasta Reñaca - Un pequeño paseo por la costa chilena (I)

En las ediciones anteriores, les dejaba la primera parte de este pequeño recorrido por el centro de la costa chilena, desde Valparaíso. Hoy, damos comienzo a la segunda parte de esta etapa, desde el Campo Dunar de Concón y hasta Reñaca, para concluir en la próxima entrega, desde Viña del Mar.

Concón es una ciudad y comuna chilena perteneciente a la provincia y región de Valparaíso, y que en conjunto con las comunas de Valparaíso, Viña del Mar, Quilpué y Villa Alemana integra el Área Metropolitana de Valparaíso, siendo la menos poblada de la conurbación.


Autodenominada Capital Gastronómica de Chile, es reconocida por la diversidad de restaurantes ubicados gran parte en el borde costero de la región. Además se concentra gran presencia de santuarios naturales como las Dunas de Concón y el Humedal del Río Aconcagua, de gran presencia de flora y fauna natural, como también de sus playas que se extienden por toda la costa.

Las dunas de Concón, oficialmente nombradas Campo dunar de la Punta de Concón, tiene origen geológico y data del Período Cuaternario. Cuenta con una vegetación arbustiva menor, propia del matorral costero del litoral del Norte Chico de Chile, mientras que la fauna predominante consta de poblaciones de aves marinas (especialmente migratorias, como chorlos y playeritos), y sitios de descanso de lobos marinos y pingüinos de Humboldt.

Las dunas son utilizadas como atracción turística, siendo usual la práctica de deportes como sandboard.

Entre La Roca Oceánica en su extremo sur y la Desembocadura del Río Aconcagua, por el camino costero que une Concón con su vecina Reñaca, se crea una hermosa costanera, muy apta para paseos en bicicleta, caminatas y realización de deportes aeróbicos como el Jogging muy de moda en estos días.


Es una caminata muy linda, sobre todo, si la marea no está muy alta.

Tras el paseo, llegamos a Reñaca: Es un barrio turístico y residencial, y es uno de los mas exclusivos dentro del Gran Valparaíso. Característico por su extensa playa y edificios escalonados en las laderas de los cerros, cada año se transforma en el epicentro de la diversión veraniega para porteños y visitantes.

La playa de Reñaca es el centro juvenil de la comuna de Viña del Mar y de la ciudad de Valparaíso. Por lo mismo, en la Avenida Borgoño, que se extiende hasta el vecino municipio de Concón, en el sector norte del área metropolitana porteña, hay varios bares, discotecas, restaurantes, cafeterías, etcétera, como también en otros lugares del plan del poblado.


También se ha generado un área residencial de alto valor comercial en las inmediaciones de la playa, con las características construcciones con forma de escalón.


Dada la importancia turística de Reñaca dentro del gran Valparaíso, las empresas publicitarias despliegan allí los llamados "teams" de jóvenes modelos que hacen publicidad de diversos productos y además realizan eventos afines. Del mismo modo, algunas estaciones de televisión se instalan allí para transmitir su programación de verano.




La semana que viene, completamos esta parte del paseo, desde Viña del Mar






domingo, 18 de junio de 2017

Perdiéndome en Valparaíso – Los Cerros y Las Vistas

Hoy concluimos la visita a Valparaíso. Desde el  centro y sus detalles, vamos a subir y bajar entre sus ascensores funiculares y a caminar entre sus pasajes, para descubrir la magia de sus cerros y disfrutar de las maravillosas vistas que desde estos puntos se pueden tener.

¡A caminar!

Los cerros son básicamente el lugar residencial de la ciudad. En ellos podemos encontrar desde chozas construidas precariamente, a palacetes de los más variados estilos arquitectónicos, una antigua cárcel transformada en centro cultural, los cementerios, hoteles boutiques emplazados en casonas antiguas, restaurantes, tiendas o galerías de arte. y paseos peatonales desde los cuales se puede observar todo Valparaíso.


Acá también se encuentran jardines infantiles, escuelas básicas, secundarias y universidades como la Federico Santa María en Placeres, o la de Playa Ancha y la Escuela Naval Arturo Prat, plazas, museos como La Sebastiana, Museo Marítimo Nacional, el Museo del Títere y el Payaso o el Museo de Bellas Artes de Valparaíso, hospitales, consultorios y estadios.


Los cerros de Valparaíso poseen características urbanas y sociales diferentes unos de otros. Tienen sus propias calles y escaleras de acceso y muchos tuvieron o tienen un ascensor. Cada uno es una unidad reconocible, que conforma un barrio y una identidad. Una identidad tan fuerte que incluso ocurre que gente de un determinado cerro conozca otro solo de nombre, o que los porteños que viven en otros lugares de Chile o el extranjero se reconozcan entre sí por el cerro del que provienen, más que por la propia ciudad.




Debido a las pendientes de los cerros de Valparaíso, muchos de los sectores aledaños del puerto son inaccesibles por los medios de transporte, entonces, los ascensores funiculares cumplen la tarea de conectarlos con la parte alta de la ciudad. El primero, que funcionaba a vapor, se construyó en el cerro Concepción en 1883 y el del Cordillera, en 1887.


Aunque la idea original era construir un ascensor por cerro —Valparaíso posee 43 cerros—, ese plan no se plasmó en su totalidad debido a la aparición de los buses y el tendido de caminos que hicieron más fácil el acceso. Sin embargo, se terminaron más de 30, de los cuales permanecen 15, la gran mayoría aún en funcionamiento. Hay unos cuantos fuera de servicio o en reparaciones, y se ha sugerido restablecer algunos ya desaparecidos, como el Esmeralda, que comunicaba la calle Condell con el paseo Atkinson.


El ascensor Ramaditas, en la calle Washington, era el único cuyas dos estaciones se ubicaban en un cerro, a diferencia del resto en la que la parte baja está en el llano. El Artillería llegó a ser tan exitoso que sus dueños decidieron construir una «segunda línea» junto a la original —cada una con su respectiva sala de máquinas—, creando así el único ascensor de cuatro carros de Valparaíso. Con el tiempo dejó de ser rentable y la primera línea fue desmantelada (solo quedan vestigios de ella), pero la 2 sigue funcionando.


El único ascensor «institucional» de Valparaíso es el Van Buren, del hospital del mismo nombre, que solo se permite utilizar a funcionarios del establecimiento. Es heredero de uno en vertical, similar al Polanco, que se llamada San Juan de Dios (antiguo nombre del hospital), construido a fines del siglo XIX.


Valparaíso cuenta en la actualidad con 16 ascensores declarados Monumentos Históricos Nacionales entre 1974 y 2010, de los cuales cinco eran de propiedad municipal —el Barón, El Peral, el Polanco, el Reina Victoria y el San Agustín (detenido por trabajos)— y los otros estaban en manos privadas: Florida, Mariposas y Monjas pertenecían a la Compañía Nacional de Ascensores S. A.; Artillería, Concepción y Cordillera, a la de Ascensores Mecánicos de Valparaíso; Espíritu Santo, Larraín y Villaseca (detenido desde 2006 por reparaciones), a la de Ascensores Valparaíso S. A.; y Lecheros (detenido desde 2007 por un incendio), al empresario Justo Maturana (Compañía de Ascensores del Cerro Lecheros Ltda). Diez de esos ascensores privados fueron comprados por la Municipalidad en mayo de 2012 y solo el último citado quedó fuera de ese plan, aunque más tarde se aprobó su compra en dos cuotas, que debería haberse completado en el primer trimestre de 2015.




La próxima semana, comenzamos a recorrer un poco de costa, desde las dunas de Concón, hasta Reñaca







miércoles, 14 de junio de 2017

La Biblioteca Nacional de la República Argentina

En el paseo de hoy, vamos a acercarnos a Recoleta y a meternos en las entrañas de la Biblioteca Nacional, para descubrir y apreciar algunos de sus tantos y llamativos caprichos arquitectónicos.

La Biblioteca Nacional fue creada por un decreto de la Primera Junta el 13 de septiembre de 1810, bajo el nombre de Biblioteca Pública de Buenos Aires. Su primera ubicación fue, durante dos años, el edificio del Cabildo; en 1812 abre sus puertas al público en una sala del edificio que se encuentra en la esquina formada por las calles Moreno y Perú, dentro de la zona que actualmente se conoce como la Manzana de las Luces. Su primer material bibliográfico fue donado por instituciones como el Cabildo Eclesiástico y el Real Colegio San Carlos, y varios particulares como el obispo Manuel Azamor y Ramírez, Luis Chorroarín y Manuel Belgrano.

Mariano Moreno fue designado Protector de la Biblioteca en 1810. Mientras que Cayetano Rodríguez y Saturnino Segurola fueron designados respectivamente primero y segundo bibliotecario. En 1823 la biblioteca contaba con más de 17.000 volúmenes. En lo sucesivo la biblioteca fue mejorando, sobre todo en los directorios de Vicente Gaspar Quesada, llegando a los 32.600 volúmenes con en 1882.

El 5 de octubre de 1884 fue designado José Antonio Wilde como primer Director Nacional, quien falleció poco después de asumir al cargo. Desde ese momento es conocida oficialmente como Biblioteca Nacional.

En 1893 la Biblioteca contaba con 62.707 volúmenes), y fue construida una nueva sede en la porteña calle México 564, tal "antigua" sede interiormente tiene áreas de gran valor arquitectónico como la que fuera sala principal de lecturas públicas cubierta de una amplia cúpula y con boiseries y esculturas que representan a celebridades del positivismo de esa época; actualmente tal edificio con algunas modificaciones ha sido reciclado y transformado en el argentino Centro Nacional de la Música.

También debe destacarse la gestión del prestigioso escritor Jorge Luis Borges, quien desempeñó el cargo de Director desde 1955 a 1973. Durante su gestión se promovió la construcción de una nueva sede (la actual), que era necesaria debido al amplio patrimonio con el que contaba la Biblioteca.
En 1960 se destinaron tres hectáreas ubicadas entre las avenidas del Libertador y Las Heras, y las calles Agüero y Austria. La obra fue adjudicada mediante un concurso nacional que cerró en abril de 1962, y cuyo veredicto se anunció el 12 de octubre siguiente. El estudio elegido de entre decenas de propuestas, fue el de los arquitectos Clorindo Testa, Francisco Bullrich y Alicia Cazzaniga de Bullrich.

La piedra fundacional del edificio fue colocada recién el 13 de octubre de 1971, y fue inaugurada finalmente el 10 de abril de 1992. El material bibliográfico se terminó de trasladar el 21 de septiembre de 1993. El edificio cuenta con tres depósitos subterráneos: dos de ellos destinados a libros, que permiten depositar tres millones de libros, y uno destinado a guardar revistas y diarios, con una capacidad de quinientos mil ejemplares. Además, en el edificio funciona actualmente la Escuela Nacional de Bibliotecarios.

El edificio de la Biblioteca Nacional es un gran ejemplo a nivel internacional de diseño brutalista, un estilo surgido en los años '50 que se caracteriza por privilegiar las estructuras de hormigón armado dejadas a la vista y tratadas de manera escultórica, y principalmente se aprecia el lugar del parque dejado en el nivel de suelo y la sala de lectura como mirador sobre el puerto y el Río de la Plata.
La idea principal, según lo relata el arquitecto Clorindo Testa, fue ubicar los depósitos del establecimiento bajo tierra, aprovechando que el Estado decidió expropiar la totalidad de la manzana para crear una plaza pública. Esto protegería a los libros del efecto nocivo de la luz y a su vez, permitiría en un futuro expandir el espacio de los depósitos, de ser necesario sin interrumpir el funcionamiento del establecimiento. Una vez liberada la estructura del edificio del enorme peso de los depósitos de libros, se eligió elevarla sobre pilotes para permitir la vista libre, dejando una plataforma de acceso abierta de forma permanente, como una continuación del parque "por debajo" de la biblioteca. De esta forma, resultó un edificio sostenido por cuatro grandes columnas, que Testa caracteriza como un cuadrúpedo, como si se tratase de un ser vivo.

Aunque hermoso para algunos y horrible para otros, el edificio de la Biblioteca no pasa inadvertido a ninguna mirada que lo contempla. ¿Y a vos? ¿Qué te parece? :)


domingo, 11 de junio de 2017

Perdiéndome en Valparaíso – El Centro y sus Detalles


Y como es de esperar, tras mi arribo a Chile por tan formidable viaje, no veía la hora de dejar mis cosas en el hostel, descansar, y cargar pilas para salir a caminar mi primer destino. Nada mas y nada menos, que la hermosa Valparaíso.

Valparaíso es una ciudad y comuna ubicada en el litoral central del territorio continental de Chile. Es la capital de la provincia y región de Valparaíso, que en conjunto con las comunas de Viña del Mar, Quilpué, Villa Alemana y Concón, forman el Área Metropolitana de Valparaíso, convirtiéndola en su centro histórico y principal núcleo urbano.


Con una población que supera las 400.000 personas, que asciende a 1.040.000 habitantes si incluimos su conurbación, la transforman en la tercera ciudad y área metropolitana más poblada de Chile, por detrás del Gran Santiago y el Gran Concepción.


Valparaíso es sede del Congreso Nacional, la Comandancia en Jefe de la Armada de Chile y de otras instituciones del Estado de carácter nacional como el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, la Subsecretaría de Pesca, los servicios de Aduanas y de Pesca y Acuicultura. Es el principal puerto de Chile y uno de los mas importantes del Pacífico Sur. La ciudad constituye un importante centro económico, turístico, cultural y educativo, siendo sede de algunas de las universidades más prestigiosas del país: la Católica de Valparaíso, la de Playa Ancha, la de Valparaíso y la Técnica Federico Santa María.


Geográficamente, la ciudad se presenta en forma de un gran anfiteatro natural, emplazada en la bahía homónima y rodeada de cerros, en los cuales vive la mayor parte de la población. Entre el pie de los cerros y el mar se forma el Plan, centro administrativo, comercial y financiero de la ciudad; mientras el bordemar es ocupado por el puerto.


Debido a su riqueza arquitectónica desarrollada principalmente a fines del siglo XIX, en 2003 su centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, convirtiéndose en el tercer sitio chileno protegido por el organismo internacional, tras el Parque nacional Rapa Nui y 16 iglesias de Chiloé.


La multiplicidad de colores se entremezcla en sus antiguas construcciones, interconectadas por un trazado tan simple como la geografía del lugar, y el libre albedrío de sus primeros habitantes.

Pero vamos de a poco. La primera parte de este recorrido, la voy a dedicar a mostrarles la parte baja de la ciudad: Mayormente el centro, las ferias, la zona portuaria y parte de su costanera:




Claro que no todo transcurre aquí abajo, pero como les digo, vamos de a poco porque acá hay mucho para ver. Ya disfrutaremos de los recorridos entre los cerros en la próxima entrega de este viaje.

Al final de los años 1960, durante un taller de murales que realizaba el profesor Francisco Ménez en la Universidad Católica porteña, nació la idea de pintar grandes murales de corte abstracto en los muros de las casas y las murallas de contención del cerro Bellavista que se plasmo en cerca de sesenta murales pintados en diveros lugares de la ciudad entre ese año y 1973. A comienzos de este último, en una conversación Nemesio Antúnez, que en ese entonces se desempeñaba como director del Museo de Bellas Artes de Santiago, se le planteó la idea de convocar a diversos pintores para plasmar la idea de realizar con murales un recorrido artístico por los cerros de Valparaíso. El golpe militar de 11 de septiembre obligó a posponer la realización del proyecto, que vino a concretarse solo en 1991 gracias a un convenio suscrito entre la citada universidad y la Municipalidad de Valparaíso dando nacimiento al Museo a Cielo Abierto de Valparaíso.


El hecho que las pinturas se encuentran dispuestas en un recorrido a través del faldeo del cerro, en diferentes posiciones, que haya escaleras tan especiales y cálculo pictórico, surrealistas —como la número 16 de Nemesio Antúnez—, expresionistas, de arte pop, de arte óptico, figurativas y abstractas, que cada uno de los pintores escogiera su propio muro, vale decir «su propia tela», que no se le haya impuesto al artista algún tema u homenaje común —lo que es corriente en murales de la ciudad—, que éstas simbolizan el carácter propio del artista dentro de una estrecha relación con los vecinos como cómplices, colaboradores, amigos y críticos -se dice que los abastecían de té, les guardaban sus pertenencias al final del día y les cuidaban las pinturas- resultando una ilustración del entorno y el momento en que están insertos, sea propiamente un museo. Fue inaugurado en el año 1992 con hermosas obras de Nemesio Antúnez, Mario Toral y Roberto Matta entre otros grandes artistas, y se puede acceder a él por medio del Ascensor Espíritu Santo.


Para cerrar las crónicas de hoy, como segunda parte, me voy a detener en algunos de los mil pequeños detalles de Valpo: Desde sus caprichosas callecitas hasta sus magníficos exponentes de arte urbano:



La semana que viene, caminamos entre los cerros de Valparaíso, disfrutando de sus maravillosas vistas!

domingo, 4 de junio de 2017

Atravesando Chile por tierra – Desde Los Andes hasta Valparaíso

La semana pasada, comenzábamos a rodar esta aventura que hoy concluye. Recorrimos ya Desde Mendoza hasta la frontera con Chile deteniéndonos en cada punto relevante. Hoy, desandamos la segunda y última parte de este viaje, desde la salida del tunel internacional, hasta Valparaíso.

En esta oportunidad, dividí el recorrido en dos mitades: La primera parte de mi primer viaje por las rutas Chilenas abarca desde el Paso Sistema Cristo Redentor hasta San Felipe.

Era la primera vez que iba a Chile, y este recorrido completo me llevó prácticamente una jornada completa (Partiendo desde Mendoza y hasta la costa chilena), pero valió la pena. El viaje fue nuevamente, un destino en sí mismo.

Tras pasar los arduos controles fronterizos, luego del Paso Sistema Cristo Redentor, el asombro no se haría esperar. La Parada Caracoles es sin dudas uno de los puntos fuertes y mas altos de esta etapa. Sin dudas hay que vivirlo pegado a la ventanilla al menos una vez en la vida.

El camino me llevaría por las localidades de Los Andes, Curimon y San Felipe, mostrándome un paisaje muy distinto al vivido del lado Argentino. Mucho menos colorido, pero también con mucha menos planicie.

Las pequeñas localidades rurales se suceden una tras otra, manteniendo siempre un horizonte con cadenas montañosas…



La segunda parte, desde San Felipe y hasta Valparaíso, mantuvo la irregularidad del terreno, observándose prácticamente nada de terreno llano. Todo discurre entre alguna cadena montañosa, ya sea por arriba, rodeándola, o pasándola por debajo, el paisaje es en su mayoría muy entretenido.

Son de destacar también los cultivos que pude ver en todo tipo de terreno, sea llano o inclinado, así como también los barrios “de serie”, claro, por el ritmo que imprimen al paisaje todos los techos idénticos.

Las principales localidades por las que pasamos fueron Llayllay, Quillota, Quilpué y claro, las reinas de la costa: Viña del Mar, y nuestro destino final, en Valparaíso.

Llegar finalmente a Valpo y ver por primera vez en mi vida el Océano Pacífico, es una experiencia muy difícil de transmitir. Verdaderamente, otro sueño cumplido :)



La próxima semana, iniciamos nuestro recorrido por Valparaíso desde sus callecitas céntricas