En el paseo de hoy, vamos a acercarnos a Recoleta y a meternos en las entrañas de la Biblioteca Nacional, para descubrir y apreciar algunos de sus tantos y llamativos caprichos arquitectónicos.
La Biblioteca Nacional fue creada por un decreto de la Primera Junta el 13 de septiembre de 1810, bajo el nombre de Biblioteca Pública de Buenos Aires. Su primera ubicación fue, durante dos años, el edificio del Cabildo; en 1812 abre sus puertas al público en una sala del edificio que se encuentra en la esquina formada por las calles Moreno y Perú, dentro de la zona que actualmente se conoce como la Manzana de las Luces. Su primer material bibliográfico fue donado por instituciones como el Cabildo Eclesiástico y el Real Colegio San Carlos, y varios particulares como el obispo Manuel Azamor y Ramírez, Luis Chorroarín y Manuel Belgrano.
Mariano Moreno fue designado Protector de la Biblioteca en 1810. Mientras que Cayetano Rodríguez y Saturnino Segurola fueron designados respectivamente primero y segundo bibliotecario. En 1823 la biblioteca contaba con más de 17.000 volúmenes. En lo sucesivo la biblioteca fue mejorando, sobre todo en los directorios de Vicente Gaspar Quesada, llegando a los 32.600 volúmenes con en 1882.
El 5 de octubre de 1884 fue designado José Antonio Wilde como primer Director Nacional, quien falleció poco después de asumir al cargo. Desde ese momento es conocida oficialmente como Biblioteca Nacional.
En 1893 la Biblioteca contaba con 62.707 volúmenes), y fue construida una nueva sede en la porteña calle México 564, tal "antigua" sede interiormente tiene áreas de gran valor arquitectónico como la que fuera sala principal de lecturas públicas cubierta de una amplia cúpula y con boiseries y esculturas que representan a celebridades del positivismo de esa época; actualmente tal edificio con algunas modificaciones ha sido reciclado y transformado en el argentino Centro Nacional de la Música.
También debe destacarse la gestión del prestigioso escritor Jorge Luis Borges, quien desempeñó el cargo de Director desde 1955 a 1973. Durante su gestión se promovió la construcción de una nueva sede (la actual), que era necesaria debido al amplio patrimonio con el que contaba la Biblioteca.
En 1960 se destinaron tres hectáreas ubicadas entre las avenidas del Libertador y Las Heras, y las calles Agüero y Austria. La obra fue adjudicada mediante un concurso nacional que cerró en abril de 1962, y cuyo veredicto se anunció el 12 de octubre siguiente. El estudio elegido de entre decenas de propuestas, fue el de los arquitectos Clorindo Testa, Francisco Bullrich y Alicia Cazzaniga de Bullrich.
La piedra fundacional del edificio fue colocada recién el 13 de octubre de 1971, y fue inaugurada finalmente el 10 de abril de 1992. El material bibliográfico se terminó de trasladar el 21 de septiembre de 1993. El edificio cuenta con tres depósitos subterráneos: dos de ellos destinados a libros, que permiten depositar tres millones de libros, y uno destinado a guardar revistas y diarios, con una capacidad de quinientos mil ejemplares. Además, en el edificio funciona actualmente la Escuela Nacional de Bibliotecarios.
El edificio de la Biblioteca Nacional es un gran ejemplo a nivel internacional de diseño brutalista, un estilo surgido en los años '50 que se caracteriza por privilegiar las estructuras de hormigón armado dejadas a la vista y tratadas de manera escultórica, y principalmente se aprecia el lugar del parque dejado en el nivel de suelo y la sala de lectura como mirador sobre el puerto y el Río de la Plata.
La idea principal, según lo relata el arquitecto Clorindo Testa, fue ubicar los depósitos del establecimiento bajo tierra, aprovechando que el Estado decidió expropiar la totalidad de la manzana para crear una plaza pública. Esto protegería a los libros del efecto nocivo de la luz y a su vez, permitiría en un futuro expandir el espacio de los depósitos, de ser necesario sin interrumpir el funcionamiento del establecimiento. Una vez liberada la estructura del edificio del enorme peso de los depósitos de libros, se eligió elevarla sobre pilotes para permitir la vista libre, dejando una plataforma de acceso abierta de forma permanente, como una continuación del parque "por debajo" de la biblioteca. De esta forma, resultó un edificio sostenido por cuatro grandes columnas, que Testa caracteriza como un cuadrúpedo, como si se tratase de un ser vivo.
Aunque hermoso para algunos y horrible para otros, el edificio de la Biblioteca no pasa inadvertido a ninguna mirada que lo contempla. ¿Y a vos? ¿Qué te parece? :)
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