¡A caminar!
Los cerros son básicamente el lugar residencial de la ciudad. En ellos podemos encontrar desde chozas construidas precariamente, a palacetes de los más variados estilos arquitectónicos, una antigua cárcel transformada en centro cultural, los cementerios, hoteles boutiques emplazados en casonas antiguas, restaurantes, tiendas o galerías de arte. y paseos peatonales desde los cuales se puede observar todo Valparaíso.
Acá también se encuentran jardines infantiles, escuelas básicas, secundarias y universidades como la Federico Santa María en Placeres, o la de Playa Ancha y la Escuela Naval Arturo Prat, plazas, museos como La Sebastiana, Museo Marítimo Nacional, el Museo del Títere y el Payaso o el Museo de Bellas Artes de Valparaíso, hospitales, consultorios y estadios.
Los cerros de Valparaíso poseen características urbanas y sociales diferentes unos de otros. Tienen sus propias calles y escaleras de acceso y muchos tuvieron o tienen un ascensor. Cada uno es una unidad reconocible, que conforma un barrio y una identidad. Una identidad tan fuerte que incluso ocurre que gente de un determinado cerro conozca otro solo de nombre, o que los porteños que viven en otros lugares de Chile o el extranjero se reconozcan entre sí por el cerro del que provienen, más que por la propia ciudad.
Aunque la idea original era construir un ascensor por cerro —Valparaíso posee 43 cerros—, ese plan no se plasmó en su totalidad debido a la aparición de los buses y el tendido de caminos que hicieron más fácil el acceso. Sin embargo, se terminaron más de 30, de los cuales permanecen 15, la gran mayoría aún en funcionamiento. Hay unos cuantos fuera de servicio o en reparaciones, y se ha sugerido restablecer algunos ya desaparecidos, como el Esmeralda, que comunicaba la calle Condell con el paseo Atkinson.
El ascensor Ramaditas, en la calle Washington, era el único cuyas dos estaciones se ubicaban en un cerro, a diferencia del resto en la que la parte baja está en el llano. El Artillería llegó a ser tan exitoso que sus dueños decidieron construir una «segunda línea» junto a la original —cada una con su respectiva sala de máquinas—, creando así el único ascensor de cuatro carros de Valparaíso. Con el tiempo dejó de ser rentable y la primera línea fue desmantelada (solo quedan vestigios de ella), pero la 2 sigue funcionando.
El único ascensor «institucional» de Valparaíso es el Van Buren, del hospital del mismo nombre, que solo se permite utilizar a funcionarios del establecimiento. Es heredero de uno en vertical, similar al Polanco, que se llamada San Juan de Dios (antiguo nombre del hospital), construido a fines del siglo XIX.
Valparaíso cuenta en la actualidad con 16 ascensores declarados Monumentos Históricos Nacionales entre 1974 y 2010, de los cuales cinco eran de propiedad municipal —el Barón, El Peral, el Polanco, el Reina Victoria y el San Agustín (detenido por trabajos)— y los otros estaban en manos privadas: Florida, Mariposas y Monjas pertenecían a la Compañía Nacional de Ascensores S. A.; Artillería, Concepción y Cordillera, a la de Ascensores Mecánicos de Valparaíso; Espíritu Santo, Larraín y Villaseca (detenido desde 2006 por reparaciones), a la de Ascensores Valparaíso S. A.; y Lecheros (detenido desde 2007 por un incendio), al empresario Justo Maturana (Compañía de Ascensores del Cerro Lecheros Ltda). Diez de esos ascensores privados fueron comprados por la Municipalidad en mayo de 2012 y solo el último citado quedó fuera de ese plan, aunque más tarde se aprobó su compra en dos cuotas, que debería haberse completado en el primer trimestre de 2015.
La próxima semana, comenzamos a recorrer un poco de costa, desde las dunas de Concón, hasta Reñaca…