Arrancamos bien tempranito, dejando atrás Belén, y enfilando por la mítica Ruta 40 hacia el norte, por la mismísima Quebrada de Belén y siguiendo el curso del río del mismo nombre. Los paisajes desde el vamos son magníficos, y el viaje no hacía mas que iniciar. Las curvas a la altura de San Fernando, nos muestran horizontes cada vez más interesantes.
Pasando Las Juntas, abandonamos la Ruta 40, tomando la 36, la cual nos llevaría a atravesar Puerta de Corral Quemado, otras de las localidades catamarqueñas reconocidas por sus restos arqueológicos. Después de visitarla, la siguiente parada fue en un paraje denominado "Puerto Viejo", cuyo nombre alude a las formaciones geológicas llamadas "jasis", cuyo perfil se asemeja al de añejos barcos semihundidos, anclados perpetuamente en un puerto antiguo. De imponente belleza, este alto en el camino fue una nueva pausa para respirar, y para dejarme sorprender nuevamente por los caprichos de los paisajes catamarqueños.
El camino por la ruta 43 pedía un alto, y en Villa Vil encontramos el lugar ideal para estirar las piernas y aprovisionarnos para seguir con todas las pilas. La pequeña villa descansa, perdida en la quebrada, inmersa en una postal, y hasta casi ajena a los males del mundo. Siguiendo camino hacia el norte catamarqueño, atravesamos Barranca Larga. Poco a poco seguimos subiendo, tocando acá los 2460msnm.
Atravesar la Cuesta de Randolfo, es nuevamente someterse a las maravillosas conjunciones paisajísticas de Catamarca. Resulta imposible aburrirse viajando por estas tierras, ya que si no hay cerros, hay vegetación, o dunas, o cerros nevados, o de colores, o incluso volcanes... O alguna combinación de todo esto!!
Catamarca cambia todo el tiempo, como recordándonos en definitiva, como nosotros vamos cambiando con ella.
El camino zigzagueante de la cuesta de Randolfo asciende y nos deja por sobre los 3000 msnm. Aquí, al costado de la ruta y entre las montañas que nos rodean, encontramos las enormes Dunas de Randolfo, en donde nuevamente paramos a caminarlas un poco, y a deleitarnos con lo imponente de un paisaje tan grandioso como inesperado. Sin dudas, de las mejores bienvenidas a La Puna que podía brindarnos Catamarca
Una serie de caminos rurales nos dieron el avistamiento del Nevado de Laguna Blanca, poco antes de llegar a la mismísima Reserva de biosfera Laguna Blanca, la cual con sus 973.270 hectáreas cuadradas, nace como reserva provincial en 1979 con el objetivo de resguardar a la vicuña de su inminente desaparición, siendo actualmente incluso, una de las áreas mas importantes para la conservación de las aves en Argentina.
Muy poco antes del mediodía, en Pasto Ventura escuchaba el gruñir de nuestros estómagos ya con bastante hambre, pero aún faltaba un tramito hasta donde almorzaríamos: La localidad de El Peñón, pero esa parte del viaje, la desandamos la próxima semana…
El domingo que viene, continuamos la ruta hacia el norte, andando el camino entre El Peñón y la Laguna de Antofagasta…
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