En los primeros cinco kilómetros de caminata desde la plaza de Moldes fui dejando atrás la zona urbana, para ir descubriendo la parte rural. A partir de ahí y hasta los doce kilómetros, la ruta seguiría en zigzagueante ascenso, ladeando una barranca de piedras de trazas multicolores, (como de otro planeta!!), y bordeando el embalse, el cual se dejaba ver de claro en claro, hasta presentarse, magnífico, desde el puente...
Sin saberlo, había el día anterior fotografiado el embalse y el camino, con Coronel Moldes ahí en el fondo, el día anterior, desde el avión, pero no me daría cuenta de esto hasta el día siguiente. Imagínense mi cara de sorpresa al reconocer cada curva caminada!
Claro que hice algunas paradas, aunque no muy largas para no enfriarme, pero sí las necesarias para descansar, picar algo, y ganar resto para seguir adelante.
En el embalse de Cabra Corral, (La presa tiene por nombre General Belgrano), hay acampe para pasar el día practicando náutica y pesca. Esa zona es de gran belleza. El espejo de agua ocupa 12.000 hectáreas, siendo el segundo mas grande de Argentina, y es de importancia capital en la generación de energía para las provincias del NOA, y para proveer riego y contener desbordes hacia vastas regiones agrícolas.
La belleza que caracteriza el entorno de Coronel Moldes otorga una situación privilegiada a las fincas que han extendido su actividad económica al turismo rural. Este tipo de establecimientos, han sabido abrirse camino en este segmento del disfrute de la naturaleza a base de buenos servicios, excelente hospitalidad y muy buen desempeño a la hora de facilitar al turista el acceso a los valores culturales que dan entidad al norte argentino.
Visitar una finca de esta región es tener acceso a increíbles cabalgatas por cerros de impensada belleza, atractivos circuitos de trekking, paseos en bicicleta por lugares soñados, una gastronomía muy típica y a los secretos de la producción agrícola de, por ejemplo, el tabaco y la producción de quesos caprinos, incluso los hay con sus propios circuitos interpretativos, o sus propios museos.
Cuando llegué finalmente, descansé, piqué algo de uno de los puestitos instalados a modo de pequeña proveduría al paso, y me pude tomar justo el colectivo de vuelta al centro salteño, el cual llega hasta ahí, da la vuelta y vuelve. Redondito :)
La subida y el viento helado no pudieron doblegarme. Había llegado al puente del dique Cabra Corral. El día poco a poco finalizaba y había metido otros 15KM de caminata en mi segundo dia en Salta, pero la aventura por el NOA, apenas daba comienzo...
No hay imposibles.
La semana que viene, sigo recorriendo la periferia salteña, esta vez, hacia el oeste, hacia San Lorenzo!