La ciudad cuenta con un circuito de museos y centros culturales de variada índole, desde los cuales se rescata no solo el patrimonio histórico de Catamarca, sino también, el arqueológico y el no menos importante aquí, el religioso. Mi recomendación es tomarse un día para entrar a todos, realmente vale la pena, la curaduría es tan impecable como los materiales exhibidos. Sin duda, hay mucho trabajo acá que realmente vale la pena disfrutar, valorar y difundir.
Además, y como parte de este circuito, existen dos monumentos históricos en la ciudad:
- La Catedral Basílica de Nuestra Señora del Valle: Con un estilo neoclásico, fue construida en honor a la Nuestra Señora del Valle. La primera capilla fue construida entre los años 1691 y 1695 y la segunda en 1740, pero la actual Iglesia fue construida e inaugurada en 1869. Fue declarada monumento histórico nacional en 1941 y tiene una nave principal y dos laterales, y cuenta con varias capillas intercomunicadas. La Virgen del Valle es considerada la Patrona Nacional del Turismo.
- El Templo de San Francisco: En el lugar, los franciscanos construyeron una primera iglesia en 1695 y una segunda en 1761 que se derrumbó en 1873. La actual se comenzó a construir en 1882 y se terminó en 1905. Se encuentra también en el casco histórico de la ciudad. Es de estilo italiano, y su fachada, es obra del italiano Luis Giorgi, está organizada en órdenes clásicos superpuestos. En el atrio se encuentra una estatua del patriota Fray Mamerto Esquiú, y hasta se dice que aquí, se halla el propio corazón, conservado como reliquia.
Otros puntos de interés son la Casa de Gobierno, diseñada al igual que la Catedral Basílica, por Luis Caravatti, y el Museo de Bellas Artes «Laureano Brizuela», que cuenta con 400 pinturas y 30 esculturas de artistas de renombre nacional como Benito Quinquela Martín, Antonio Berni, Raúl Soldi y Emilio Caraffa, entre otros.
Los principales atractivos de la ciudad también se ven vinculados a la impronta cultural y natural que se reflejan principalmente en el poncho catamarqueño, las comidas típicas y el folklore, que en muchos casos describen paisajes o momentos históricos-religiosos. Además la ciudad es el polo comercial más grande de la provincia, en el cual también encontramos teatros, restaurantes, pubs, y la periódica organización de eventos deportivos, artísticos y culturales, como de danza, música, literatura y pintura.
La identidad cultural catamarqueña está arraigada en parte a la tradición ancestral aborigen, manifiesta sobre todo en el Festival Nacional del Poncho, que atrae anualmente a miles de personas de la misma provincia, provincias vecinas e incluso de otras nacionalidades. Esta herencia cultural deviene de que hacia el noroeste del territorio donde se encuentra actualmente San Fernando, habitaban tribus como los motigastas, los sitguagastas, los collagastas, los colpes, los huaycamas, los paquilingastas, los alijilanes y los apatamas. Estas tribus estaban ligadas al imperio incaico. Reflejo de esta tradición es la realización de tejidos, así como también el desarrollo de la alfarería artesanal.
A su vez, la ciudad resguarda edificios con un gran valor histórico que surgieron con su época dorada (en el proceso de urbanismo), siendo conocida como «La Atenas del Norte Argentino».
Debido a su accesibilidad, la ciudad funciona como el punto de partida para el recorrido de los importantes atractivos naturales del interior provincial, ya que se encuentra próxima a villas veraniegas asentadas en las sierras de los alrededores, pero ésto, lo comenzaremos a ver, a partir de la próxima entrega…
La semana que viene, comenzamos a disfrutar de la naturaleza en la periferia catamarqueña, recorriendo desde la Cuesta del Portezuelo y hasta la Cuestecilla El Rodeo.